jueves, marzo 30, 2006

Bogotá

Dios está en Bogotá, ya me confirmó. Y yo voy para allá. Ya sé, soy atea, ando en metro y en camionetica, vivo alquilada, me como todos los lápices, bolígrafos y afines, no me hago las uñas en una peluquería, soy torpe, no soy perfecta -para nada perfecta-. Pero tendré la bendición de sentarme un ratico a tomar café con Dios e ilusionarme sólo con el hecho de saber que existe, que es todo un caballero y que escribe como un Dios, aunque yo sea atea.
Me dijo: Quédate para la Feria del Libro. Ojalá los dioses -vengan de donde vengan-, si existen en alguna parte, y algunos mortales (como mis jefes en mi trabajo) me echen una mano y me ayuden a que pueda quedarme unos diítas más.

miércoles, marzo 29, 2006

Frente al pelotón de fusilamiento

Lo negaré. Podrán amarrarme y colgarme del techo de cabeza. Podrán colocar mis pies en agua hirviendo. Podrán arrancarme una a una las uñas. Podrán hacerme una endoscopia -como la que me hicieron hoy-. Podrán incluso obligarme a oir reaggeton una, diez, cien veces. Pero lo negaré. Nunca diré que le escribía. Aunque alguna vez -creo que una- firmara yo. Aunque me haya descubierto por la dirección IP. Diré que fue la vecina, la señora que limpia, el plomero, un hacker un poco aburrido de registrar los informes de la CIA.
Lo negaré. Y juro que aunque haya caído en la tentación, el vicio, la enfermedad, la compulsión, el hábito, la necesidad, la dependencia de escribirle, debo dejar de hacerlo. Como los alcohólicos contaré los días. Hoy no le escribí. Llevo un día sin escribirle. 24, 25 horas. Un pocote de minutos. Así poco a poco borraré el vicio. Me falta ahora decir: No, tampoco lo leeré. Hoy no. 1 hora sin leerlo. 2. Estoy ahora en período de abstinencia. Es difícil dejar ciertas drogas. Sus palabras, por ejemplo. El sabe lo que es eso. La adicción a las palabras.


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martes, marzo 28, 2006

el escondite

Tenía probablemente cinco años. Ellos, los grandes, dijeron que jugarían al escondite. Yo me incluí. Me escondí difícil. Entre los restos de anime de una fábrica, de un depósito, de un garaje, no sé, algo así, siempre al fondo de una casa en San José. Estaba orgullosa. A nadie se le ocurriría llegar hasta allí. Pasaron 5 minutos. 10. Oía las voces. Cerca. Reían. Como si se hicieran cosquillas. Pasaron 15 minutos. Corrían. Se atrapaban. Estaba con los grandes. Y yo era fuerte. Sobrevivía al descubrimiento. 20 minutos. 30. Las risas más lejos. 40.50. Lejos. De pronto me olvidé de por qué estaba allí. Sabía que jugaba. Pero algo más llamaba mi atención. Me enriquecía con el caminar de las hormigas. Hice castillos de anime para ellas. Ministerio de la Vivienda Popular. Eso sí. Sin hacer ruido. No fueran a escucharme. Anónima. Creyéndome heroína. Nadie sabía de mí. 1 hora. 2. Silencio. Se hacía tarde. Casi sin luz. Y yo terca. Imbécil. Ganaría el juego. Empezaron a llamarme por mi nombre, me anunciaban la cena. Callé. No caería en el truco. Seguí en silencio. No me localizarían nunca jamás. Record Guiness. La niña mejor escondida de todo el planeta Tierra y sus alrededores. Era de noche. Ni el mínimo sonido. De pronto el anime sobraba. Las hormigas se habían ido a dormir. Tumbé los castillos. Me sentí sola. Sola. Creo, no sé, que empecé a llorar. O a lo mejor me aguanté para que no me oyeran. Pujos. Siempre salen pujos. Y allí alguien pasó, me rescató, uno de ellos, de los grandes. ¿Qué haces aquí metida?, me preguntó y me sacó de mi hueco. Estábamos jugando al escondite, le respondí, lógica, sorbiendo mocos. El me miró. Nosotros jugábamos al escondite, no tú. A ti nadie te estaba buscando. Entonces, intentó llevarme de la mano. Había cena pendiente. Y una mamá preocupada. Yo me devolví. Me senté y volví al anime, al castillo, desperté a las hormigas. Me había olvidado de los grandes ya. Me gustaba ser pequeña y que nadie me encontrara más.

lunes, marzo 27, 2006

en persona

Primero saldría corriendo. Paticas pa que te tengo. Claro, soy mala corredora. Pocos metros. Me caería. Tropezaría -sin piedra-. O me cansaría. Lengua afuera.
Entonces mejor descendería. Arañaría el pavimento. Diez metros bajo tierra. Avestruz. Sin cara. Pura cola. No me veas. O bajaría la cabeza. Puro pelo largo. Sin cara. Rizos.
Estaría roja como un tomate. Roja tipo franelita revolucionaria. Tipo Misión Robinson. Y caliente. Fiebre de 40 grados. Incendio forestal.
Bueno, está de más decirlo -porque no lo diría-. No hablaría. Muda. A lo más, tartamuda. Gutural. La lengua se la llevaron los ratones para comérsela en otra parte.
Me desmayaría. Muerta. 911. Bomberos metropolitanos. Policía de Chacao -ocurriría en el este-. Protección Civil. Prensa, radio y televisión -si no se cae otro viaducto-.
Esos serían los primeros cinco minutos.
Si sobrevivo -no es probable- vuelvo a salir corriendo.
Luego. Ah, luego. Verdad.
Unicamente subiríamos en el teleférico de tu infancia, de la mía. De noche. O al atardecer -muy al atardecer- como antesala. Mejor de noche de una vez. Disimular los matices. Permitir la convivencia más certera de demonios y otras especies.
Unicamente caminaríamos hacia el hotel Humboldt que está cerrado. Sólo para verlo. Una joya de otros tiempos. Desperdiciada, perdida. Unicamente nos sentaríamos sobre la cumbre, sobre el Avila -que adoras, que adoro-. Unicamente mirariamos una Caracas nocturna y nuestra. Al menos podríamos creerla nuestra. Quién quita.
No, no comeríamos fresas con crema ni salchichas ni tomaríamos cerveza en esos vasos grandes y burdos. Perderíamos belleza.
Sin embargo, podríamos llevar encaletada una pequeñísima botella de vino y dos copas altas. O podríamos bajar a un restautant muy solo en Galipán. Cenaríamos algo de mar, aunque el mar quede cientos de metros más abajo.
Haría frío y no tendríamos frío. Hay refugios.
Habría neblina y mejor. Así no me verías desaparecer ante el primer esbozo de realidad.

(Menos mal que no existo)

sábado, marzo 25, 2006

qk

(este post es de hace unos días, lo dejé en borrador por pecar de prejuicioso -creo-, paso ahora a publicarlo aunque parezca desactualizado en éste, el día de hoy, noche sin luna)

Alguien me reta ¿por qué nombrarla totona si existe la palabra cuca, más exacta, más perfecta, más desacralizadora e irreverente, más mamita rica, pues? Y yo insisto en que al referente, al magnífico referente que es esa pieza contextual -ese artefacto, ese objeto, ese animal, ese abismo, ese oasis, ese universo-, no lo desdice ninguno de sus signos textuales.
Totona la pone en cuarto grado, sentada quizás en primera fila, ajena un tanto a su propio nombre. Totona se parece a ese primer escarceo, quizás bajo la cama de los padres, con el hijo de la vecina.
Vagina, en cambio, la envuelve un tanto a su condición fisiológica. Casi está sobre la camilla del gineicólogo, dispuesta ella a una citología, a un papanicolao. Busque vagina en el diccionario de la real academia y empezará a dudar "Conducto membranoso y fibroso que en las hembras de los mamíferos se extiende desde la vulva hasta la matriz". Libro de texto. Dibujito aséptico. Mala praxis médica. También alguna solemnidad. Poco espanto.
Vulva, sin embargo, la erotiza. Suena al fondo el fornicio, cierto revolcón de sábanas. Quizás sirve como un buen título para una antología poética. Vulva se pronuncia. Vulva sabe. Vulva es.
Cuquita la minimiza. La mima. Le hace cuchicuchi. Seducción barata -y no hablemos de peluchito, osito, que son cuestiones que si se dicen en privado no se repiten en público (y con cuidado a quien se le dicen en privado, que puede bajar más de una líbido exigente en sustantivos)-. Un riesgo o tal vez una raya.
Cuchara la envuelve en cierto tono de bar de El Silencio -prejuiciosa-. Podría dar ciertos indicios de carnet rosado del Ministerio de Salud. Pero también, también tiene su toque desinhibidor en cualquier arrebato, podría salir indiscreta en el asiento trasero del carro, una sola vez y si te he visto no me acuerdo.
Coño la acelera, la pornografía. Promiscua. De boca en boca. Violenta. La masculiniza. Es el coño, no la coño. La devuelve -desvive, desviste- a sus orígenes. Madre sólo hay una y se le recuerda.
Cuca, y ahora vamos a cuca, pues cuca suena a calle. A conversa entre panas. A la jevita buenísima. Suena a levante. Suena a polvo resuelto. Pero también suena riquísimo al oído y en confianza y con la luz muy tenue. Suena a tenencia, a complicidad, a goce. A lenguaje oral.
Y ahora, en el nuevo lenguaje del chat, del mensaje de texto, la cuca se abrevia y casi pierde esencia como objeto del deseo. Qk. Ya no hay carne ni espasmos. Aunque dicen que también funciona en esta relatoría de bits.

viernes, marzo 24, 2006

otra equivocación

Ya sé. No es mi estilo. Ya sé. Ya retomo mi cotidianidad. Dejo un juego al que no he sido invitada. Lo dejo antes de equivocarme. Antes de entristecerme más bien. O antes de que me boten. ¿Qué haces tú aquí, chica? Vuelvo a lo mío. Ya saben, mis niños, mis cuentos, las plantas. Incluso las plantas. Eso. Tan sencilla. Tan desapercibida. Tan distinta. Quedan cosas pendientes por escribir. Las de siempre. Las crónicas de la vida diaria. El gentío del metro, la película mala, los tropiezos en el ascensor. Con los lectores de siempre. La simple Aprendiz de Maga. La que se esconde de la de verdad. La que no se quiere ver.

oveja burra

la oveja no aprende. hace un año, hace más de un año que no la acecha el lobo feroz, aunque él aguarda con su pelambre turbia allá, tan lejos. el lobo feroz insiste: aqui estoy aunque me fui. suena el teléfono. y la oveja se mira al borde del agua, mira su cara de oveja trasquilada, y se pone muy muy cursi -lo confirma el día de hoy-. no era fácil la convivencia con el lobo feroz -perro guardián-, aunque la oveja (negra) siempre se salía del rebaño. pudo evitar la ideología dominante y salvarse del horno -eso venía, el almuerzo del domingo-.
y ahora la oveja, curiosa, divertida, evasiva -muy evasiva-, aunque nadie la llamó, aunque no tiene vela en este entierro, se puso a ver al correcaminos por televisión. y vaya que le parecen geniales las trampas del coyote. y vaya que quiere jugar a evadirlas ella. oveja burra, ya se los había dicho.

jueves, marzo 23, 2006

metiche

El coyote va tras el correcaminos. No lo logra ¿por qué no demanda de una buena vez a ACME? (fidelidad de marca). El avestruz es rápido, se pierde y sonríe en la oscuridad sin que nadie lo vea. Pero esta vez, esta única vez, el coyote no ha caído en su propia trampa. Pasó una oveja (negra). La muy burra (aunque es oveja) metió sus narices. Metiche. Olfateaba curiosa. Se distrajo. No recordaba por qué estaba ahí. Se olvidó de que huía de su propio lobo feroz.
Menos mal que ACME nunca da en el clavo. En la última toma, en la trampa siempre cae el coyote. Pero sobrevive.

miércoles, marzo 22, 2006

laberintitis que llaman

Doy vueltas como un trompo. Esta mañana mi cama era un parque de diversiones, el carrusel ¿ves?, la lámpara daba giros en el techo, bailarina desatada. No me sostengo ¿sabes? Mi cabeza es un tiovivo. La oficina es ahora un borrón sin cuenta nueva.
La gacela -¿frágil? (quizás) ¿cobarde? (nunca)- quiere huir.
Corre.

martes, marzo 21, 2006

FundaMaga

El otro día una conocida periodista me invitó a participar en su programa de radio sobre gente exitosa. Tardé días en responderle. No quería asumir. Finalmente le envíe a su productora un correo con cualquier excusa poco creíble.
Me reía con un compañero de trabajo. ¿Gente exitosa? ¿Qué quieren que haga yo allí? Susto. Gente exitosa suena ribombante, pretencioso, suena como a vestido largo y página de sociales. Suena a autógrafo. Suena a un ego muy bien ajustado. Suena también como a cierto estado de reposo, al que sólo le llegan aplausos y bostezos.
En fin. Mi amigo y yo empezamos a imaginar cómo sería esta servidora en la entrevista. Ese pasar por las superficiales de ¿tiene premios? ¿tiene publicaciones? ¡qué bueno!, para ir más adentro, hacia lo que fue el año pasado y éste. Entonces pensamos en la cara de la periodista, sus intentos para aligerar el peso de las revelaciones, su temor de perder raiting, audioescuchas frustrados porque ellos lo que querían era oir bambalinas. Y jugábamos a pensar cómo empezaba a desviarse el sentido original del programa, como se iría convirtiendo en un reality show, un morboso Cristina con monstruos de cuatro cabezas y gente llorando mucho, mucho.
Y dijimos, pues bien, quien sabe si después de esa vergonzosa exposición pública, los oyentes, solidarios y llenos de mocos, se agrupan y crean la Fundación de Amigos de la Maga, sociedad sin fines de lucro (FundaMaga).

domingo, marzo 19, 2006

viaducto, familia

Me recuerda a Bradbury y no sé por qué. Un animal escondido por milenios bajo el océano que un día desata sus demonios ante un sonido, ante ese sonido que le recuerda a sí mismo. Y no sé por qué me recuerda ese cuento que no tiene nada que ver con la historia de un país donde viene el lobo a comerse las ovejas y Pedro se queda calladito.
Tal vez me recuerda al monstruo marino de Bradbury porque lo veo dinosaurio, enorme, solitario, pesado, torpe, viejo. Tal vez por qué lo vi mutilado, débil, desplomado, poca cosa, un animal de concreto atropellado por la desidia. Amputado. Inútil. Y mirándonos. Y diciéndonos: miren dónde están parados, miren dónde están, miren.
Y no había deudos. Sólo morbo. Y farándula.
(y estaban los que se creen inmortales en una foto con el vacío atrás, ésos, los que hacen Historia como extras)
Y en el viaducto fallecido, ese bajante por el que se volvió a arrojar el país, me perdí un momento. Recordé a la familia de esta mañana, la del Metro. Esa familia sin carro que decidió pasear un domingo en la mañana. Una familia que se bajó en Parque Carabobo, creyendo en la exactitud de las palabras, como si allí hubiese un parque, como si allí hubiese muchos árboles y trenes y atardeceres, como si allí se pudiera hacer un picnic. Era raro. Un papá. Una mamá. Un hijo adolescente. Una niña. Hablaban. Eran familia.
Y yo estoy trabajando. Y es domingo.

sábado, marzo 18, 2006

real

No puedo ser virtual. Ni aunque lo intente. No puedo ser virtual, carajo. Ni aunque me diga: pues es una posibilidad, mi hermana, ante las torpezas en las que anda el mundo -en las que ando yo, miembro activo del mundo, usuaria del metro Chacao-Capitolio-.
Refugiarme en la red, pues. Eso quiero. Ser un bicho de Internet. Hacerme -asirme, asarme- de bits. Coño, si soy gente de usar en exceso las palabras, de desperdiciarlas, de desparramarlas, de llevarlas al borde de la locura, pues bien, usemos este medio, bajémonos las pantaleticas, entonces.
Pero no puedo. Veo a algunas mujeres que intentan hacer de un blog su cama y de los lectores sus amantes -manuales (tremendo anticonceptivo)-. Fallan. No sé. Suena, al fin y al cabo, a frigidez, a malos polvos en la vida, compensados con torpes letras en este cementerio que suele ser, al final de la tarde, la red. Se siente tan falso todo. Tan de película porno pirata comprada a algún buhonero del centro. Todos -todas- en este mundo virtual tienen vaginas multiorgásmicas, vergas kilométricas, cuerpos perfectos, todos tiran glorioso y en todas partes y con todo objeto animado e inanimado se les atraviese, pero no todos lo escriben tan bien. Es más, casi ninguno lo describe bien. Y suena tan trillado, tan de revista para adolescentes, tan ajeno a mí. Entonces digo, debe ser que soy marciana. O fantasma. Claro, eso era todo. Tengo alguna falla técnica, soy monstruo de seis piernas o cuatro cabezas, con una alergia intensa a las malas metáforas.
Pero no importa.El tema es que ando un poco de más en esta red. Sobro. Soy un caracter virtual que prefiere seguir caminando a tropezones por la avenida Baralt. Aquí ando, a tropezones también por mis calles, las de adentro, congestionadas unas, otras oscuras, calles ciegas. Y la verdad es que prefiero seguir siendo mucho más real que cualquier imaginario de circo. Prefiero ser menos perfecta siendo tan real. Y tan triste hoy, señor, y tan triste hoy.

viernes, marzo 17, 2006

falta Edith

Volar un blog es como poner una bomba. Yo lo sé. EL efecto es explosivo. Vas a opciones, haces clic en suprimir blog, y ya, desapareces. Es tan fácil. Clic y ya no hay vuelta atrás, no existes en la red. Bueno, casi no existes, siempre hay trucos con google para recuperar viejos post, pero nunca el blog entero. El blog nace tan rápido como puede morir. Lo podemos asesinar -amorosamente- en segundos. Es tentador, somos sus dueños, lo tenemos bajo dominio. Un blog es combustible, se hace cenizas rapidito.
Edith, suerte de mujer-bomba, hizo crash y le quitó la vida a Miel de Abajo, a mi juicio el mejor blog de la blogósfera venezolana. Edith, autónoma, determinada, anuló su palabra diva, su palabra hermosa y sensual.
Falta Edith y hay un vacío en la red. Falta Edith y se siente. Falta Edith y los blogs lucen tan faltos de vida, tan aburridos, tan sonsos. Falta Edith, se nos fue la reina.

jueves, marzo 16, 2006

los hermanos chang

Estos chinos se las traen. A pesar de la discriminación por parte de Veneblogs que los borró de su lista simplemente porque intentaban promocionarse "más de la cuenta", los Hermanos Chang están ganando terreno en la red y lectores. Este par de chinos, hartos de motores, cauchos y bujías, decidieron ponerle freno al negocio y arrancarse en una de patrocinadores literarios. Patrocinadores sin fines de lucro, como todo aquel que se mete en el mundo de las palabras -menos la Rowling, la multimillonaria-. En fin, como parte interesada en que esta revista virtual tenga más público, porque gracias a estos chinos gente muy cercana a mí publicó algún texto oculto antes bajo seudónimo, pues aprovecho mi espacio para decirle a los miembros de este club de equivocados: No se equivoquen, lean a los hermanos Chang, me lo agradecerán http://hermanoschang.blogspot.com

martes, marzo 14, 2006

Pingüinos

No sólo mejor documental. Le hubiera dado el premio a la mejor película de ficción, al mejor director, al mejor director artístico, al mejor actor, a la mejor actriz, a la mejor escena de amor. La Marcha de los Pingüinos es un peliculón. No sólo estas aves de traje negro nos enseñan el valor de la perseverancia, la valentía, el coraje, la fuerza, la solidaridad, el aguante, la voluntad, sino que también nos muestran el significado de la pareja, la familia, el amor, la ternura, el goce. Una gran lección para no quejarnos. Esos animales luchan contra todo y no sólo sobreviven, sino que viven. Esos animales se dan el gusto de la sensualidad en medio de la tormenta. Y los realizadores de la película lo supieron ver y nos dieron ese regalo de la naturaleza. De la naturaleza que es el aquí y el ahora.

sábado, marzo 11, 2006

galla y maluca

Soy galla. Absolutamente. Mal quedaría si no lo reconociera. Si se me nota a leguas. Más que galla, mamá gallina, galla gallinísima. Soy galla y me como los cuentos. Soy galla y creo en la familia, el amor, blablaba, esas cosas que no existen.
Pero soy maluca también. Perversa podría decirse. Bichita. No me caigo de una mata. Los cuentos me los como, es cierto, pero a sabiendas del terreno prohibido, del goce de pisar en falso. Me burlo de mí misma. Me vacilo la cosa, pues, que no me tomo tan en serio la vida. Monstrua. Pienso mal. Rozo los límites, a sabiendas de los límites. Me embarro.
Soy galla. Y a veces he sentido que me han hecho daño por estar creyendo en pendejadas. Eso me pasa por bolsa.
Soy maluca y siempre me salvo, siempre salgo a flote en las marejadas. Sólo que siempre termina sobreviviendo la galla que se da cuenta, en su lucha por no ahogarse, que es más maluca que otra cosa.

viernes, marzo 10, 2006

orgía

Me pregunta mi hija hoy: mami ¿qué es una orgía?
Y le pregunto yo (cara de susto) : ¿por qué?
Porque lo dice Sabina en su canción de las esposas, responde tranquilaza como es ella con esos y otros temas.
Y le digo qué es. Y se ríe de la tremendura de Sabina.

miércoles, marzo 08, 2006

no fedosy, no soy edith

Te puedo asegurar que no soy Edith. Ayer la conocí, Fedosy. Existe. Tiene rostro y es hermoso. Es de carne y hueso. Es real. De verdaíta.
Nos encontramos en el sitio de siempre, ya sabes, la dulcería zanahoria de Chacao -no me patrocina, insisto-. Edith estaba sola y leía. Era la única en todo el local que leía. Evidentemente era Edith, Fedosy, evidentemente era ella. Y no fuiste a conocerla. Por lo tanto no te pude presentar a Edith, Fedosy, no pude. Y te quedarás con esa duda de que soy yo. Y no lo soy. Yo no soy poeta, Fedosy. Te lo he repetido hasta el cansancio. Y ella sí, ella sí lo es.
Yo me senté al lado de Edith así tranquilaza, como si llevara conociéndola años. Y empecé atropelladamente a hablarle de mi cotidianidad, de mis cosas, de esta semana por ejemplo, esta semana loca, o de lo hermoso de un dios que estuvo de paso por Cartagena de Indias. Ella me ratificó que era un dios. Y sentí alivio. Así que era como si Edith y yo hubiésemos estudiado juntas desde preescolar, Fedosy, nos hubieras visto, conversando de conocidos y desconocidos y de amores y de desamores. Y no estabas allí para vernos como viejas amigas. Para encompincharte tú también. Porque te ibas a encompinchar segurito.
Pero yo no le pedí permiso a Edith para escribir sobre ella, así que lo dejo hasta aquí, pero tenía que decirte, Fedosy, que te perdiste de hablar con una mujer inteligente e irónica. Te perdiste de hablar con una poeta. Pero bueno, lo de poeta ya lo sabíamos. Ya la habíamos leído boquiabiertos.
No, Fedosy, no soy Edith. No me sé desdoblar. Aunque ella estaba contenta con eso: que siga creyendo que eres tú, me dijo riendo. Así que no se vale, para la próxima vienes.

martes, marzo 07, 2006

Mi amigo Carmelo

Hoy cumples años. 38 me dijiste. 38 bien vividos, lo sé. Hoy cumples años y me llamaste para decírmelo: Sabes, cumplo años. Y me pareció hermoso tu gesto de tenerme presente entre tus amigos para decirme eso, que cumples años, que me recuerdas.
A Carmelo lo conocí en los blogs. LLegó un día del año pasado y se instaló en mi computadora y me acompañó en ese dolor terrible que dio bienvenida a mis cuarenta años. Me dijo sana, sana, colita de rana. Se lo agradecí. Se lo agradezco. Me hizo reir. Me hizo sentirme muy muy muy bien. Vi que había alguien que entendía por los abismos por los que pasaba mi alma. Estuvo allí con una fortaleza y una humanidad que me sorprendieron y juro que me hubiera enamorado si no fuese porque él, con tanta lealtad y honestidad, me hubiese hablado miles de veces de su jeva. Terminé sintiendo que tenía un amigo al otro lado del océano, un amigo que entendía la dureza de mi momento amatorio, porque la vida también le había tirado sus coñazos, pero sabía ingeniárselas para salir de ellos y a la vez, como un salvavidas del alma, rescatar consigo a otros dolientes. Me hizo feliz esa relación. Ese venezolano a quien no conocía en persona pero que estaba conmigo a miles de kilómetros como si fuera aquí mismito. Aquí mismito. Juro que Carmelo tiene el alma generosa, noble, de pinga. Juro que todas las mujeres de la red lo quisimos.
Como te dije, Carmelo, ésta es una semana decisiva para mí. Con miedo y destrozada pero palante. Y de pronto me llamas y quisiera tomar un avión a Madrid y abrazarte y abrazarte duro la verdad y tomar un tren a alguna ciudad del sur de las que te gustan. Pero una ciudad a la que no hayas ido, donde no haya recuerdos, y sentarnos con un par de cervezas, como un par de viejos panas, a hablar más bien de cosas bonitas: de la Alhambra-palabra, del periodismo en el que creemos, de los libros a los que siempre vamos a volver. Cero historias de desgarres. Un par de panas en una mesa al aire libre viendo el atardecer.
Mi amigo Carmelo es atrevido, está lleno de humor y de ángeles. Cree y defiende con garra lo que cree. Es inteligente y es culto y tiene la palabra pulcra, directa. Hay en Carmelo sentido de la verdad. Hay en Carmelo sentido de la amistad.
FELIZ CUMPLEAÑOS

lunes, marzo 06, 2006

las esposas de los ganadores del Oscar

Sonríen. Algunas lloran. Las enfocan las cámaras en primer plano. Se palpa su orgullo. Visten elegantes para la ocasión. Lentejuelas. Moño. Maquillaje retocado. Se sacan las cejas. Tacones altos -no se ven-. Caminan sobre la alfombra roja. Del brazo. En claro sentido de posesión. Este ganador es mío. Sólo yo lo veo en pelotas. Sólo yo le conozco las mañas. Se pinta el pelo.
Son bellas. Siempre son bellas. O quizás es la felicidad. La felicidad las embellece. Rubias, sobran las rubias. Alguna china. Alguna voluptuosa, muy voluptuosa, muy sensual, negra.
Todos los ganadores tienen pareja. Todos. Como en un arca de Noé.
Quizás nunca han pisado un escenario, un set. Seguramente no saben qué es un travelling. Quizás sí. Quizás están allí brindándoles café a todos. De todos modos de refilón les sale gala, les sale alfombra roja, les sale Oscar, le salen 5 segundos de fama en los televisores del mundo que pronto todos olvidan.
Sus esposos las nombran, siempre las nombran, desde lo alto del escenario, desde el micrófono, ante el mundo, cientos de millones de personas que ven su felicidad desde la pantalla, que quizás las envidien (bueno, ¿quién no quisiera ser la mujer de George Clooney?). Ellos les dicen I love you y ellas se sienten las mujeres más felices sobre el planeta Tierra. Las más seguras. Las que son, pues. Comerán rico esa noche en la cena de gala. Harán el amor bien entrada la madrugada. O quizás no. Quizás hay cansancio. O el agotamiento que da la cotidianidad, el tiempo.
Se desmaquillarán. Se quitarán el vestido largo que guardarán para el recuerdo. Y al día siguiente ¿cocinarán? ¿coletearán el piso de la sala? ¿llevarán a los carajitos al hight school? ¿discutirán con el galardonado porque puso ese Oscar atravesado en la mesita donde van las fotos? ¡coño, dejaste las medias regadas en el piso, acaso soy tu sirvienta!
O no. O serán felices. Una sonrisa eterna. Se saben amadas. Les dijeron I love you ante el mundo. Les dijeron I love you. Y qué importa. Qué importa al final que haya 600 millones de testigos. I love you en susurros.

miércoles, marzo 01, 2006

vendedores de paraguas

llueve
se cosechan en el centro de Caracas los vendedores de paraguas. generación espontánea. nacen en las aceras, se reproducen y mueren allí mismo, con el aguacero. los vendedores de paraguas aparecen de la nada, fantasmas del agua. ¿qué hacen el resto del tiempo, el resto del año, el resto de la vida, en el calor crujiente de la ciudad, los vendedores de paraguas? ¿dónde guardan sus abalorios? ¿miden el clima, meteorólogos del mercado? ¿o previsivos van siempre con sus paraguas a cuestas? el misterio jamás será revelado.
llueve y es el día de suerte de los vendedores de paraguas. paraguas a 5 mil. para parar el agua. llueve y son felices. bendicen las gotas.
llueve.
maldicen los heladeros.
es la vida. no complace a todo el mundo. por eso tiene tantos enemigos.