lunes, julio 30, 2007

choque del metro

esta mañana chocaron dos trenes del metro de caracas. una persona murió. seis resultaron heridas. con este accidente se destruyó también el que era, quizás, el último espacio de credibilidad que le quedaba al venezolano. en el metro se confiaba, en el metro se esperaba congestión y gentío y retrasos y desorden, pero no accidentes. ya no era el metro limpio, ordenado, ciudadano, de los ochenta, no era el metro en el que se respetaba la raya amarilla, ni el metro de dar asientos a las viejitas -ni "el vagón de la dignidad" ha logrado que la gente ceda su puesto-, no era el metro de la comodidad ni de la gentileza, no lo subamos a un pedestal. no era el metro de la seguridad, pues hasta en los altavoces pedían a los usuarios cuidar sus carteras. tenía el metro la política de esconder el número de suicidas, de desmentir conflictos gremiales y no declarar sobre el progresivo deterioro. pero siempre se asumió colectivamente, como una convicción, como un sobreentendido, como una verdad en la que había que creer porque era así, que los trenes no chocaban, que todo estaba bajo un control imposible de modificar por las torpezas humanas -y venezolanas-. hoy vemos con dolor, que también el metro se nos desmonta, se nos cae, que ya tampoco en él se puede creer.

domingo, julio 29, 2007

terremoto del 67. 40 años hoy.

es mi primer recuerdo. yo tenía 2 años y vivía con mi mamá en el viejo apartamentico de chacao. estábamos solas, como siempre. por lo que me ha contado, parece que ella cosía y veía televisión. no oí el ruido del horror. creo que yo dormía. mi mamá me sacó en brazos de la casa y me llevó escaleras abajo. nos fuimos a la casita que estaba al lado. allí, en el garaje, guardaban a un santo de la procesión, al jesús de los azotes. todas las señoras de chacao rezaban alrededor de él. allí estábamos mi mamá y yo y todo eso sí lo recuerdo con mi propia memoria:la noche, el santo, los rezos. pasaron horas, supongo que volvimos al apartamento a dormir. a la mañana siguiente, mi mamá hablaba con alguien que estacionó su carro en nuestro edificio, era un jeep o una camioneta. no sé de qué hablaban, probablemente del terremoto, era el tema lógico, por supuesto, tampoco entendía mucho desde mis dos años, pero sí tengo la imagen clara,porque junto en ese momento pasó algo determinante: llegó mi papá angustiado caminando desde La Floresta, llegó aunque creo que no era domingo. llegó mi papá pensando, quizás, que nos había perdido. y no sé si sentí paz al verlo, porque la paz me la había dado mi mamá mucho antes. pero sentí que aunque estaba lejos, nosotras estábamos con él. sentí que eso era un papá: un señor que nos tenía en su cabeza. yo creo que ese amor lejano me ha marcado. aprendí a sobrevivir sin él el día del terremoto. y hoy.

jueves, julio 26, 2007

-maldita sea-

me bañé en alcohol. coloqué tapones en mis oídos. me vendé los ojos. me forré en plástico de pies a cabeza. me envolví en mantas. me puse la armadura. me planté un escudo. me metí en cúpula de cristal. me encerré en el baúl. boté las llaves. me hundí cien metros bajo el mar.
había silencio.
sin embargo -maldita sea- inútiles accesorios.
aún puedo sentir.

domingo, julio 22, 2007

la sal

hoy fui a la playa. recordé la frase de mi mamá: "no hay que quitarse el agua de mar, la sal es buena, la sal me tiene así". Y a sus 88 años muestra su rostro despojado de las arrugas que tienen los otros rostros, más jóvenes, de la casa hogar. Y enseña las piernas, coqueta, esas piernas duras que las enfermeras comentan. Y su piel, sin esa celulitis y esas estrías que se instalan en cuerpos que aún no han parido. "es la sal", asegura y revela el secreto de su amor vasco por la playa.
y entonces veo la ducha y no me quito la sal.
y duermo con la sal. como siempre hizo ella.

jueves, julio 12, 2007

parejas XX. dependencia



el lobo necesita a la caperucita. practicar sus artes de depredador. desoír las súplicas. hacer los cortes precisos a la carne tierna. degustar el manjar y el saber -y el sabor- de la caza. también la caperucita desea al lobo. la intuición del peligro. el desafío del engaño. el riesgo de la víctima. la lucha a dentelladas y golpecitos en el pecho. la esperanza del final feliz del cuento: la venganza del que lanza el cadáver al río. el cazador requiere de ambos para fungir de héroe, por fin algo que lo saque de la rutina de los patos salvajes para la cena. la abuelita los anhela a todos, no hay nada como la muerte cerca para sentirse vivo.

jueves, julio 05, 2007

rabia

hacen ruido las piedras que llevo sobre los hombros. duelen los ladrillos que pisan mis pies. quebraja la pared que aplasta mi cabeza. destruyen los bloques que golpean contra mi cara. pesan las rocas que llevo adentro.

pero más me duele la decepción. mucho más.