

fue el domingo en la noche. esperó salir de la clínica, esperó además que yo no estuviera junto a ella, espero incluso que no estuviera esa enfermera que tanto cariño le tenía. se fue en silencio, calladita, sin hacer alardes ni aspavientos. ya se había despedido de sus nietos horas antes desde sus ojos que decían todo lo que no podía expresar desde su silencio. se había despedido de mí sólo escuchándome, oyéndome cantar tan mal e incompletas las canciones que siempre me cantó, se había despedido sabiendo todo lo que le dije estos quince días de hospitalización, se fue con mil abrazos y besos, como una niña chiquita, como mi chiquitica, como le dije. un día soñé que mi mamá era del tamaño de un bebé y yo la arrullaba. y la arrullé entonces por todos los arrullos que se perdió en su niñez de niña sola, en su adolescencia de muchacha de la guerra. le escribí mucho y le dije mucho. ella siempre dijo "no lloreis" y no lloramos aunque por dentro lloremos. sus cenizas irán al mar, al macuto que tanto quiso.
me quedo con esta imagen de ella, la de la gran mamá, la de la superabuela.