lunes, febrero 27, 2006

Contra Harry Potter

Mi hijo y yo fuimos a México en el año 2000. Una de las primeras cosas que hice fue entrar en una de las maravillosas librerías Ghandi. Compré Harry Potter -los dos primeros libros-, porque había leído mucho sobre Harry Potter y aún las novelas no se vendían en Venezuela. Empecé a leer las primeras páginas y me enganché. Pero no, hubo un coitus interruptus con la lectura. Mi hijo, en ese entonces de 11 años, leyó la primera página y me arrebató el libro. Hasta hoy es fan número 1.
Me gustaba de Potter la construcción del personaje, la magia, la invención de un mundo a través de lo que no se puede ver, la invención además de un mundo paralelo, imaginativo, audaz. Me gustaba el uso de personajes del imaginario maravilloso, de las leyendas y mitos europeos y asiáticos. Me gustaba el ritmo de la narración que no cansaba nunca. Me gustaba esa identificación que lograba en todos los niños, los siempre niños, los que lo somos a todas las edades.
Llegamos a Venezuela como principales publicistas de Potter. Incluso escribí el primer reportaje largo en la prensa venezolana sobre el éxito de esta serie de libros. Mi hijo se hizo su promotor en su colegio. Pero aún los libros no llegaban. Quizás uno o dos meses después lo hicieron. Pero la fiebre colectiva no fue tan inmediata, tardaría más o menos un año.
Ese fue el tiempo que tardé yo en aburrirme de Potter. Todo empezó cuando leí una entrevista sobre la autora. Ella contaba que había escrito la novela en servilletas en un café de no sé qué ciudad europea ¿Londres? Esa ficcionalización de la autora me dio luces sobre el fenómeno mediático. Después vino el gran parecido de Potter a muchas otras cosas, la extracción indiscriminada de situaciones de otros. Empecé a imaginar a una docena de escritores trabajando en un sótano para una gran industria creada llamada Rowling.
Por ese tiempo, 2001, fuimos a España y nos volvimos fanáticos de otro éxito editorial: Manolito Gafotas de Elvira LIndo. Me pareció más auténtico, más verdadero, más literario. Entonces entendí que no era el éxito lo que recriminaba de Potter, sino ese estar más del lado de allá de la industria que del lado de acá de la literatura.
Reconozco. Probablemente no más son celos. Los celos de no tener sus millones de lectores -aunque me encantan mis miles-. Y sus millones de dólares -ah, de esos sí que no tengo-.

sábado, febrero 25, 2006

dardos

estoy dispuesta
láncenme los dardos,
las puñaladas, los coñazos,
las flechas, las balas,
jálenme las orejas, tírenme una
buena tanda de golpes...
eso sí con inteligencia,
con mucha elegancia,
sin errores de ortografía,
en perfecto castellano,
y también, por supuesto, siempre, siempre y más, recibiré los abrazos que sé que vendrán, esas caricias pertinentes,
pero también los coñazos, los gritos, los atropellos, las puñaladas traperas, los dardos, los dardos.

Aquí se viene a batallar, señores, aquí estamos para los temas candela, para los incendios, para las pasiones que se encuentran, para la desobediencia, para la disidencia, para confrontarnos, para aplaudirnos y negarnos, para equivocarnos también, para equivocarnos. (y para querernos, obvio, para querernos). y para respetarnos, que el respeto también es cosa de inteligentes y buenos arqueros.
lancen sus dardos.
y sus abrazos.

viernes, febrero 24, 2006

de los entremetimientos y desmesuras

(reconozco que sí, que está escrito con rabia, y prometo ser en los próximos días menos pasional, y ponerme igualita a ese escritor que nos mira por encima a todos y que no contesta ni un sólo comment, porque él está algo así como en las alturas y nosotros somos el soberano)

Un blog no es una competencia de talentos, no es una carrera de sacos, no es el calvario donde nos exponemos a la crucifixión. Un blog no es la gran obra literaria que cambiará el destino del mundo. Un blog no es un juicio. No es el sitio para decir qué tan buenos somos o qué tan malos somos en la vida. NO es el lugar para ponernos en un racking de humanidad. Un blog es un espacio íntimo que se abre a otros. Es muchas veces un borrador. Es un juego de chamos. Es un divertimento. Es un lugar para compartir, con respeto eso sí, para entrar y agradecernos de ese regalo de privacidad del que nos están permitiendo participar.
Hay blogs claramente establecidos para la confrontación política, los hay absolutamente especializados en materia tecnológica, los encuentras privadísimos algunos, los hay sexuales, los hay malucos, los hay también que muestran la palabra literaria. Y de alguna manera, sin que nadie lo diga, cada blog tiene un código de entrada. Es absurdo que a un blog de tecnología lo juzguemos porque no es poético, o que le pidamos mesura a un blog claramente político, o que le pidamos escualidismo a un blog chavista, o exijamos peras al olmo. Cada blog es una lectura libre que nos ofrecen en cortesía, así que es lógico -cuestión de urbanidad diría Carreño- acceder en nuestros comentarios con un tono similar. Loco es que al blog de un anciano le exijamos que nos hable de discotecas, o que al blog de un niño le obliguemos enviar informe sesudo del movimiento de la bolsa de valores, o que a la señora seria le llamemos mamita rica.
¿Y a qué viene a cuento? Fedosy nos regala en su blog fedosysantaella.blogspot.com un poema a su hijo, abre las puertas de su casa, quizás del cuarto del niño, de la cuna, para mostrarnos una íntima canción que entrega a su pequeño, quizás la que sólo han escuchado el bebecito y su esposa cuando van a un parque o a la playa o a la casa de los abuelos. Es más, nos muestra la foto de su hermoso chiquillo, en sus primeros pasos, nos enternece con su pasión de ser papá. Nadie ve más pretensiones que ésas, el código de lectura es uno: hay un papá y un bebé y un momento de comunión entre ambos del que somos testigos de honores. Pero entonces Dr. Protheus, uno de los lectores, sale con una suerte de crítica literaria inexplicable: NO me gusta. COmo quien critica a la madre que canta la nana porque nos parece que desafina y que no es una soprano, como quien raspa el dibujo de un niño porque pintó las nubes de verde. Y puede no haberle gustado a Protheus el texto (que como le escribí, evidentemente no tiene pretensiones de ser el Ulises o de ganarse el premio Rómulo Gallegos) pero es absurdo que haya salido a criticar algo que no es más que un regalo de un padre a un hijo. ¿Cómo vas a decir: mire señor el regalo a su hijo no me gusta? ¿Quién es uno para entremeterse en eso? Es como si el vecino del 9 le dijera al niño del 7 que bien chimba la bicicleta que le regaló San Nicolás, o la vecina del 18 le dijera a la adolescente del 12 pero te estás poniendo tan gorda como tu mamá, a ver si haces algo. Es quizás lo que llaman imprudencia. Y desmesura. Una cosa es hacer una crítica literaria a algo que está pidiendo de anteojito crítica literaria, otra cosa es invadir un momento hermoso y ensuciarlo de grasa.
Saldrá alguien y dirá: a esta no le gustan las críticas. Sí, si me gustan. Pero una cosa es una crítica y otra una intromisión, un irrespeto. ¿A usted le gustaría que se burlaran de la foto de su mamá porque tiene bigote? ¿a quién le gustaría que le criticaran al niño por las orejas grandes? Es invasión. Es pasarse de tono. Y punto.

miércoles, febrero 22, 2006

la visita

Me gusta que me visiten. Y me gusta visitar. Me encanta abrir la puerta, tener los muebles dispuestos para la gente querida, las cervecitas frías, los refrescos pa los chamos (y el cuarto lleno de juguetes), la torta que yo hago. Me gusta hacer pasapalos y que me los alaben, mostrar mis fotos, mis cuadros, los álbumes escritos -suerte de diarios con imágenes y dibujos- de cuando mis carajitos eran más carajitos. Me encantaría además, por eso mismo, tener una casa grande con patio para todos los días del mundo tener gente querida e invitarle café y buena conversa. Pero bueno, igual abro de par en par las rejas de mi apartamentico para quien quiera venir, aunque no vengan muchos. Mi hija es feliz con amigos jugando en el cuarto. Mi hijo también es feliz mientras lo dejen en paz y no le digan caramba, pero qué grande estás.
Por eso también me gustan los blogs. Estas casas virtuales de puertas siempre abiertas. Porque aquí a uno lo visitan y hace la visita. Porque aquí no hay rejas ni cerraduras. Porque te metes y te sientas y hay salas cálidas donde el dueño te ofrece café y hay casas que te gustan y te tientan pero el dueño ni siquiera te invita a tomar a siento, como si fueras un fantasma, invisible e inútil en su salón. Y hay bares y discotecas. Y hay unos que son cuartos de bombillo rojísimo y música suave, y otros están llenos de telarañas. Unos visten de decorado cuidadísimo, otros que ya son sólo polvo. Hay casas donde te quedarías de visita unas horas, otras apenas un minuto, en otras te instalarías. En unas te esperan, en otras ni te quieren ver. Hay casas que te espantan con el sólo nombre, otras son como serpientes, te engatusan, te quedaste para siempre. Hay espacios que no te interesan en lo más mínimo aunque tengan miles de otros visitantes, otros, por Dios, otros son los imprescindibles (Bertold Brecht). Hay casas en las que eres protagonista, personaje público, invitado especial, pana del alma; en otras estás de más, hay viviendas virtuales que son como mansiones, ver pero no tocar, cuidado me rompes el jarrón chino de palabras. Intimidan. En cambio otras son como esas casitas de pueblo donde siempre habrá un colchón y un plato de sopa para ti. El mío es una pensión, un prostíbulo, una heladería abierta de par en par. Es una comuna. Una cooperativa -si usamos el léxico actual-. Un parque donde sí se permiten patear pelotas. Aquí cabemos. Siempre habrá un vaso de agua, aunque la nevera esté vacía.

domingo, febrero 19, 2006

blogueo

¿Somos una secta o una red? ¿Nos leemos siempre los mismos cuatro gatos y nos miramos el ombligo unos a otros, como si buscáramos, narcisos, en el espejo el reflejo de nosotros mismos? ¿o buscamos ese otro distinto para confrontarnos en el ring? ¿o somos una cadena de asociaciones y compartimientos? ¿o tiene esto el aire de club social, de toqueteos bajo la mesa, de manitas indiscretas, de secreto a voces?
¿Por qué uno visita a alguien y ese alguien nunca lo visita a uno? ¿Por qué nos visitan y nosotros no nos interesamos en devolver el saludo? ¿Por qué alguien entra y no viene más? ¿Por qué en cambio aquel otro que sólo pensaba hacer una corta visita se queda enchufado en unas letras? ¿Por qué éste entra y no habla, se sostiene anónimo a ser simple espectador del goce de otros? ¿Por qué a otros los queremos conocer inevitablemente? ¿Por qué incluso hemos hecho amistades?
¿Qué veo en estas letras que no veo en aquellas si al fin y al cabo todos usamos el mismo lenguaje, el mismo castellano aprendido de los mismos abecedarios? ¿Cuáles almas nos conmueven y cuáles no si todos somos genéticamente humanos? ¿Por qué juzgamos unas brillantes, otras asertivas, otras básicas, otras banales? ¿Por qué queremos estas letras, detestamos las otras, envidiamos las de más allá? ¿Por qué aseguramos que éste es principiante, éste, aficionado; éste, escribidor; éste, escritor; éste, ESCRITOR, si la lengua es la misma, el medio el mismo, la distancia la misma, la libertad la misma?
¿qué nos ata? ¿qué nos vicia? ¿qué nos pervierte? ¿qué nos enamora?
son letras, pura matemática: a + b + c...

viernes, febrero 17, 2006

Censura colegial ("eso no se dice", aunque todos lo digan)

Mi hija escribió un cuento de malandros. Un cuento de la calle. Un cuento cuyos protagonistas son delincuentes. La maestra lo vio y pegó el grito en el cielo. Tratando de copiar la realidad fielmente, mi hija transcribe un diálogo entre los malandros en el que uno le dice al otro: "Mira marico, vamos a tomarnos unas cervezas". La docente corrigió y sustituyó palabras, fiel a unas normas que no existen en ninguna parte: "Mira bobo vamos a tomarnos unas cervezas". La otra sustitución también se hizo en la descripción. La niña muestra una pared en la que hay un grafitti con la palabra PUTA. La educadora decidió que era más conveniente algo así como la palabra TONTA. Mi hija se enfureció: "La gente no habla así, ni siquiera los niños de mi salón hablan así, es ridículo, nadie va a creer que unos tipos se digan uno a otro "bobo", nadie habla así". Y siguió defendiendo su obra realista: "Y en la calle, maestra, ¿no ha visto los grafittis de la calle? ¿No ha visto lo que dicen?" Parece que la maestra no supo qué responder, pero igual censuró las palabras "groseras". Ejerció el poder. Aunque éste anule la verdad.
(pero nosotros lo sabemos y se lo dije: apenas llegue con el cuaderno a casa le ponemos las palabras originales, que aquí sí creeemos en la libertad, aunque ésta venga con groserías incluidas).

jueves, febrero 16, 2006

El arte de lanzar huevos y romper pupitres

Petare estuvo convulsionado ayer. Los estudiantes protagonizaron una jornada de disturbios, de destrozos, de coñazas. Algunos, los más débiles -siempre los más débiles- , terminaron con golpes, contusiones y sangre y tuvieron que parar en el hospital Pérez de León. Los alumnos de un liceo se metieron en otro para caer a huevazo limpio al que se atravesara, para romper puertas y pupitres; después, los estudiantes de ese segundo liceo se fueron a un tercero y jugaron al tiro al blanco lanzándoles piedras a los jóvenes atrapados adentro. La policía lanzó bombas lacrimógenas. Todo era caos. Se suspendieron las clases.
En algún momento pensé entusiasmada que los estudiantes se alzaron, que los estudiantes, qué se yo, decidieron protestar por la mala calidad de la educación, por la estructura deplorable de sus centros de estudio, por la falta de materiales, por la necesidad de laboratorios, o quizás más allá, por la situación política -a favor o en contra de las autoridades-, contra el estado de cosas. Incluso, mucho mejor, contra la desigualdad del mundo, contra el hambre, contra las guerras.
Y no. Banales. Desperdiciaron furia. Desperdiciaron juventud. Desperdiciaron rebeldía. Incluso desperdiciaron fuerza, empuje, ganas. Protestaban simplemente porque querían adelanto de carnavales, vacaciones, porque querían manguarear. Tristes, pobres, motivos.

martes, febrero 14, 2006

el amor (advertencia: texto cursi, muy cursi, abstenerse enamorados)

para Luis Carlos que me pregunta en un post si escribiré hoy sobre este tema

A pesar de todo, a pesar del día de los enamorados, a pesar de que existan rosas y poemas rosas, a pesar de que existan corazones rojos que laten, y chocolates haciendo de corazones (si no hay corazones, da lo mismo), y globitos de corazones (aunque no se coman), y tarjeticas con alguna frase que incluya rosas y corazones (muchos corazones), a pesar de los peluches y los lazos y los cuchicuchis y los mimos y el vinito tinto en el restaurant caro y repleto, a pesar de la industria de los enamorados y a pesar pues de los mismos enamorados, a pesar de todo eso pues, sin todo lo antes expuesto, desnudo, en pelotas, sin marca de fábrica, creo que existe el amor, o algo parecido a eso que no se envuelve en regalo y que se escabulle de la fiesta. Le gusta el bajo perfil. La privacidad. Pasar desapercibido hoy. Qué va, dice, ante el acoso publicitario. No quiere que lo entrevisten. Grita Auxilio. Que lo dejen tranquilo. Es un amargado el amor. Bueno, a cualquiera lo molesta ser confundido con copias en serie. Clones sin identidad. Tantas cosas no se parecen al amor (lo sabe) y quieren serlo a fuerza de maquinaria.
Allá se ha escondido, bajo la cama (o sobre ella y bien acompañado). Pobre. Que pase rápido este día, dice. Lo celebramos mañana.

viernes, febrero 10, 2006

Manual (gallísimo) de maldad

Para la Rusita, que quiere ser mala y no puede

Los buenos, unidos en frente antipendejeado, han elaborado el siguiente manual, apto para aquellos miembros del club que quieran pasarse al bando de los malucos.
Aclaratoria: hecho por buenos, este documento puede pasar por gallo para aquellos auténticos practicantes de la maldad.
1.-Písele la cola al gato. Preferiblemente a uno que esté dormido. Que no sea negro, da mala suerte. Y en el parque del este, por favor, tírele vasos a las nutrias para que se atraganten, lánceles piedras a los monos para jugar con ellos al tiro al blanco.
2.-Móntese en el ascensor haciendo sobrepeso. Echelo a perder. Preferiblemente si en el edificio hay viejitas en sillas de ruedas y mamás embarazadas. Que se jodan. Es más, lance harina en los pasillos. Nada causa mayor placer que ver a un carajito ajeno cayéndose por las escaleras.
3.-Haga una rumba a las tres de la mañana. La música a todo volumen. Escoja un domingo, que el lunes hay trabajo para los demás o elija el momento en que alguno de sus vecinos esté bien enfermo. Recuerde: reagetton. Tú eres mi cachorrita, mamá. Y repetido.
4.-Echele los perros a la mejor amiga o amigo de su pareja. Aunque no le guste, aunque sea más feo (a) que el carajo. Sólo pruébelo. Resultados de maluquería extrema garantizados. Ya sabe, rosas, llamadas indiscretas, manos bajo la mesa.
5.- No le dé de ninguna forma plata a ese limosnero. Quítele más bien ese billetico de 500. Preferiblemente que le falte una pierna. Ojo con los ciegos, que corren más que el carrizo y tienen bastón para meter coñazos.
6.-Láncese en el carro sifrinísimo a 300 kilómetros por hora a eso de las 5 de la mañana. En pique. Esperemos, sí, que se atraviese algún recien levantado que aspiraba llegar temprano al trabajo. La maldad quedará redondita -y sin cárcel- si tiene 200 mil bolos a mano pa darle al fiscal de tránsito.
7.-Hable en el cine. Mucho, plis. Cuéntele su vida a su compañero de asiento o sino llame a su novia -o a la amiga de su esposa, que es lo mismo- por el celular. Funciona más si lo hace en una sala de arte y la película es francesa. Goce el Shhhhhhhhhhhhhhh. Pero no se detenga.
8.-Procure estar siempre al mando. Procure tener bajo su disposición secretarias a quienes hacer trabajar sobretiempo, obreros a quienes pagarle menos de lo que le alcanza. En fin, subalternos. Y ya sabe, que le limpie los zapatos ese ingeniero suma cum laude; que piense por usted ese quince y último graduado en la central. Encuentre siempre cualquier excusa para evitar el ascenso de otro. Atropelle bajo cuerda.
9.- Usted nunca jamás tiene la culpa. El malo siempre es el otro. No olvide estrategias para culpar al vecino por lo de la harina en el pasillo o para culpar a la amiga o amigo de su pareja de sus acosos. Y en el trabajo ud. pone las zancadillas pero no olvide tener a la mano siempre un potencial culpable -preferiblemente el que tenga más cara de bolsa-.
10.- Y como a ser maluco se empieza desde chamito, enséñele a sus hijos a burlarse de los dientes volados de esa compañerita, a halarle las trenzas a aquella otra, a robarle el celular al de más allá y a engañar a la maestra comprándole una manzana (envenenada).

(Ahora bien, Rusita, ¿nos convertiremos en unas buenas malvadas con este instructivo?)

jueves, febrero 09, 2006

soy un angelito empantanado

Soy sí, un angelito empantanado (como diría mi admirado escritor colombiano Andrés Caicedo), un angelito de arrabal, de burdel, de la mala vida. Un angelito patas arriba. Un angelito con las alas desprendidas, que no se sabe las oraciones, que se baja de esa nube. Un angelito, sí señor, vanidoso y echón que hace más de un ping al día para que lo lea un montón de gente, que revisa su puesto en Blogalaxia, porque escribir es lo que más le gusta en la vida a este angelito con el diablo (el diablog) por dentro, y recibir feedback es parte del maravilloso arte de escribir, que es más inmediato gracias a Internet. Bien lo dijo Garcìa Márquez (ese àngel de alas enormes): Escribo para que me quieran. Estoy clara, es así. Me desnudo desde la palabra, a dios gracias por ese don. Soy sí, angelito que quiere lectores para engrandecerse el ego. Y más: para sentir el afecto, el afecto que también tengo en mis amigos del trabajo y de la vida. Porque es eso, quizás porque la familia de este angelito es tan pero tan chiquita -no me donó la vida con muchos parientes- pues mi familia se me amplía desde la amistad.
Soy además angelito de quince y último, angelito que pasa desapercibido en el Sambil, angelito que no va a peluquerìas, angelito que anda medio pelando pero de pronto decide comprarse una falda de flores, angelito a quien le encantan sus hijos y que es como hermana de sus hijos y que sus hijos ya ni ven como mamá sino como adolescente y eso educativamente hablando es lo menos parecido a ser "madre sabia" -que suena más protocolar y correcto que el desorden en que vive este angelito-, angelito que tiene que cuidar a su mamá no porque sea "hija abnegada" ni mucho menos (a nadie lo prepararon psicológicamente para cambiar pañales al progenitor) sino porque es simple y llanamente hija única y no tiene con quien compartir la carga y tampoco es tan plasta de mierda como para no asumir ese rollo. Aunque lo sea un poco, aunque este angelito -como todos los buenos- tiene su plasta de mierda agazapado.
Soy un angelito que no está buscando más que comunicarse a través de este blog, porque le hace divertirse un montón, porque le acompaña (así como la acompaña este pana con quien se tomó dos cervezas hace poquitos días o este otro pana escritor con quien comparte proyectos), porque desde el blog se ha conseguido a montón de otros angelitos bien de pinga con quienes tomarse un café -virtual o cremosito en la Danubio-. Soy un angelito que no está buscando novio por este blog, que conste, por si a las moscas y que quede sellado y firmado por notario. Soy un angelito que no se està vendiendo como un ángel para un ningún príncipe. Zape gato. Funcionan las amistades por Internet, pero no los amores, no los amores. Soy un angelito que -cónchole, qué problema, a todos nos gustan los dramas- no quiere estar triste aunque todo le haya caido de zopetón como si dios quisiera echarle una vaina para confirmar si se merece el cielo. Y no se lo merece. Este angelito queda mejor en el infierno. Entre el calor y la rumba. Además me da la impresión de que en el cielo se llora más. En el infierno no hay tiempo. Ni en la Caracas contemporánea -parecidísima al infierno- tampoco.


(para el anónimo mi amigo que me imagina llorando por los rincones)

sueño

Uno aquí, tratando de reajustar su realidad. Y echándole piernas. Uno aquí, a sabiendas de que es difícil, es verdad, pero uno aquí lo intenta y las cosas están saliendo, poco a poco, las dificultades se van superando e incluso se tiene la impresión de que hasta los problemas económicos se resolverán en cualquier momento. Uno aquí, incluso con la sonrisota. "Tienes buen ánimo, excelente humor", me dice alguien y de pronto descubro eso en mí, esa capacidad de autosanación, esas ganas.
Entonces, una noche (ayer, para ser exactos) uno se echa a dormir (uno inocente ahí, se deja vencer por el cansancio, confiando en la solidaridad de la almohada) y viene, sin uno pedirlo, un sueño que te hace disentir, entristecerte y darte cuenta (consciente y mucho) de que este sueño no será realidad y uno se pregunta para qué diablos, si no lo es, si no hay la más mínima posibilidad de que lo sea, aparece el sueño, la imagen, como si la hubiesen comprado en una tienda para meterla en tu sueño y darte de cachetadas. ¿Será que uno lo desea, digo el sueño, y no lo sabe, y por eso el sueño aparece en el sueño, espacio del que uno no tiene dominio? Pues no, al menos eso creemos los que aquí escribimos. No, ya no soñamos ese sueño, señoras y señores. Quizás traicione a esta mortal, aquí su servidora, su subconsciente. Pero no. Vade retro. Sueño entrometido. Sueño metiche. Sueño a destiempo. Sueño fuera de lugar. Sueño que ya no cabe. Sueño que se agotó. Sueño retrasado. Sueño equivocado. Sueño que no me hace echar pa´trás.

miércoles, febrero 08, 2006

indiferente

¿por qué no me alegro? es decir ¿por qué tampoco me arrecho? es decir ¿por qué me da absolutamente igual? es decir ¿por qué me lo paso por el forro? es decir ¿por qué no lo celebro ni tampoco lo condeno? es decir ¿por qué no me saca ni un aplauso, ni una lagrimita? es decir ¿por qué no le paro ni media bola? es decir ¿por qué no me da ni frío ni calor? es decir ¿por qué no siento orgullo? es decir ¿por qué pienso qué más da? es decir ¿por qué no me pongo una camisita con el logo ni porto banderita ni grito? es decir ¿qué diablos me pasa? es decir ¿nací con un gen torcido? es decir ¿acaso soy la venezolana más rara del mundo? es decir ¿voy a contracorriente? es decir ¿soy él único especimen de esta tierra de gracia al que le es absolutamente indiferente que Venezuela haya ganado la serie del Caribe? es decir ¿fue la serie del Caribe lo que ganó, verdad?

martes, febrero 07, 2006

de los buenos

¿ganamos los buenos? ¿o es sólo un asunto de películas gringas? ¿the end imposible en la realidad? ¿sobrevivimos los buenos, resistimos a las malas rachas? ¿somos los primeros o los últimos en caer ante un exterminio? ¿nos merecemos encontrarnos los buenos? ¿nos ganamos unas buenas vacaciones? ¿gozamos de suerte? ¿nos ven? ¿valemos?
no se sabe. hay un misterio en la bondad. no hay formulitas. tampoco vende. no hay promoción publicitaria. no sale en primera plana. ¿buenos? ¡pendejos!, dirá alguien.
¿nos damos golpes de pecho los buenos?
No
¿rezamos el avemaría?
No
¿vamos a misa?
No
¿ponemos cara de yo no fui?
Menos
¿tenemos desafueros, incongruencias, temores, arrecheras, equivocaciones, disgresiones?
si
¿y cometemos locuras?
Unas cuantas
Eso sí, no nos pongan a pisar una hormiga. No nos pongan a poner zancadillas. No nos pongan a sacar la lengua. Déjenos aquí preparando la cena pa los chamos (buenos chamos), previniendo postres.

(este es el post 103, pensé celebrar el 100 pero se me pasó ya, habrá que esperar el 200 o el 157 0 el 199)

lunes, febrero 06, 2006

No, no pasé la noche con Chávez

No, señor anónimo. No pasé la noche con Chávez. No, señor anónimo. A mí Chávez no me quita el sueño. No, señor anónimo. Mi vida privada es mía, mi casa es mi centro, allí no caben los círculos bolivarianos, pero tampoco cabe el pasado, tampoco hubo adecos ni copeyanos aquí dentro. En mi casa hay libros, señor anónimo y también un montón de CDS y de juguetes y de palabras. Y casi siempre la nevera está medio vacía. COmo siempre estuvo, ni más ni menos por estos tiempos que vivimos.
¿Sabe? Siempre, siempre voté por algún perdedor. Pero en mi vida, señor anónimo, en mi universo particularísimo, ni Chávez ni los antichávez ejercen control. El no tiene una almohada en mi cama, no cuenta con su altarcito particular ni retrato 4 x 4, pero tampoco, tampoco, tampoco estoy poniéndole un muñequito budú con alfileres para que le duela que jode.
Señor anónimo, Chávez no me ha quitado amigos ni registrado enemigos. En el alto gobierno y entre conocidos rostros del chavismo tengo gente querida, respetada e incluso la tuve amada. Y en contra, criticándolo todo y con tremendos dolores de cabeza contra el que llaman "el tirano" también tengo personas que adoro y en las que no dejaré de creer. Y no los juzgo a ninguno. Los entiendo. Los escucho. A veces los debato. Les muevo el piso. Y a Chávez puedo verlo, desde una objetividad rara, desde quien puede admitir lo bueno y rechazar profunda y rabiosamente -y dolorosamente- lo malo.
Pero eso sí, él no está en mi domingo. Mucho menos estuvo en el letargo de mi domingo de ayer. Asì que estuvo muy de más su comentario.
Y este país de equivocados no es Venezuela, señor anónimo, ni mucho menos la Venezuela del chavismo. El país de equivocados es el planeta. Porque a fin y al cabo no somos sino un único país. Y bueno, hay algunos que somos un poco marcianos en este reino.


(escrito rapidito y con arrechera, pero no podía quedarme con el mal rato que me dejó pasar el anónimo. Prometo remendar mejor este post en otro momento -si es que vale la pena hacerlo-)

domingo, febrero 05, 2006

domingo

este domingo es raro. es domingo en que no hemos salido de casa. domingo en que aún a esta hora estamos empijamados los tres, en realidad, los cuatro, si incluimos a mi madre. este domingo no es como los de siempre, los de ir al cine o a comer en algún restaurant o de subir al Avila o de simplemente salir a lo que sea porque somos muy de la calle. es un domingo en reposo, un domingo de silencio, un domingo de comer en casa y hasta un domingo de ver el periódico por Internet para no bajar a comprarlo, un domingo que además para mí ha sido de trabajo pues tenía que dejar listas un montón de notas. este domingo es raro y me hace falta como un dulcito en un lindo café, o una mirada al mar, un repaso por la calidez del agua (el viaducto hace eso tan utópico), o quizás simplemente requiera un viaje por la avenida, revisar en parsimonia casi europea la tranquilidad del vecindario.
y mañana es lunes. y en estas dos semanas todos los días me han parecido tan iguales.
aunque todo cambió. aunque un terremoto me sacudió el mundo.
sin embargo la casa está sana y salva, y mis hijos y yo. y hoy es domingo y afuera hay mucho sol.

sábado, febrero 04, 2006

Cuatro de febrero

Cuatro de febrero de 1992. Estalló la medianoche. Se hizo migas la madrugada. Metralletas. Disparos. Policías y militares corriendo por la calle. Confusa la televisión. Golpe de Estado, dijeron unos vecinos. El balcón abierto hacia la avenida no era la vista bonita de un 31 de diciembre con los cohetones, era la bienvenida a las balas, un punto estratégico para la muerte. Vivíamos muy cerca de la Casona. No entendíamos. Era mejor estar con el colchón en el piso. El niño dormía, indiferente, siempre ha sabido dormir ajeno al ruido. Se sabía protegido, teníamos que protegerlo. El niño estaba pequeño, muy pequeño. No había niña aún, ni siquiera aproximadamente. Y bueno, lo que faltaba ante la incertidumbre. No había leche en la nevera. Al día siguiente estaba planificado hacer mercado. Nunca hay que asumir el día siguiente como circunstancia lógica, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Pero no éramos previsivos, claro que no, éramos de la gente que vive al día, de la gente que vive al día de mañana, de la gente además que tiene un país en el que no pasaba nada, ni siquiera pasaban escandalillos de corrupción aunque había corrupción, ni siquiera eran novedosas las páginas rojas, aunque hubiese exceso de sangre.
Entonces decidimos que teníamos que salir a territorio cierto. A Chacao, una isla europea enclavada en Caracas. A Chacao, espacio que garantizaba paz y distancia. Y salimos, qué serían, dos o tres de la madrugada. El niño abrigado y feliz -era su fiesta nocturna- en brazos del padre. Y la gente en la calle, algunos con sus automóviles, también huyendo quién sabe a dónde. Unos soldados corrían. Dos mujeres nos pidieron acompañarlas a buscar un soldadito muy joven que se desangraba. No veían que teníamos un niño en brazos. No veían que estábamos caminando a contracorriente, ajenos a la política, preservando a un niño que quizás se imaginaba dentro de una película de buenos y malos. Seguimos caminando y unos policías de civil -¿eran policías?- nos llevaron pocas cuadras en su carro negro. Tenían armas. Ibamos agachados en la parte de atrás del vehículo. Les disparaban. Finalmente salimos de ese carro y caminamos hasta Chacao, a la casa de la abuela y permanecimos allí hasta que todo estuvo quieto, hasta que volvió la normalidad.
Y cuando volvimos a casa, una paloma (¿la de la paz? -qué ingenua-) había tenido un palomito en nuestro balcón.
Claro, y desde ese día el país fue -o comenzó a ser- otro.

viernes, febrero 03, 2006

de las despedidas

no hay duda. voy por el camino que es. el único que podía tomar. el camino evidente. el camino marcado con rayado y con semáforo en verde. era el único camino posible, no quedaba otra cosa que hacer. y sí, hay cierta seguridad en mi alma al haberlo tomado. a ver, siento que me he montado en el tren ("que va a ninguna parte", diría Sabina) correcto, que tengo un buen asiento con ventanilla, que partí a tiempo, aunque un poco enredada con las maletas, un poco trastornada entre lo engorroso de los trámites. sin embargo, no lo puedo negar, no me puedo hacer la indiferente ni la loca con ese dejo de tristeza ahí adentro. no, no es un escándalo de tristeza, no es esa que uno sacude en llanto, no es tristeza ésta a la que se le salgan los mocos. es como si me hubiera quedado en la estación del tren, con el pañuelo en blanco, despidiéndome a mí misma, sabiendo que ya no estaré más en esa historia que era como un centro, como una constelación, mi vía láctea. miro por la ventanilla, entiendo a las vacas seguras en su pasto, entiendo a ese hombre que labra la tierra y la sabe fértil y agradecida en sus frutos. yo, mientras, no tengo cinturón de seguridad en este tren destartalado que me lleva. y sí, quiero llegar y caminar por tierra firme, pero sé que la ruta es larga, quizás con escalas. y mientras me despido en la estación con el pañuelo en alto, en realidad ya llevo horas en el tren recordando que alguna vez hubo una estación donde estoy despidiéndome, a sabiendas de que dejé pasar demasiados trenes, pero que ahora sí, ahora tengo asiento asignado con ventanilla. y rumbo.

jueves, febrero 02, 2006

el héroe

yo hace como 10 años tenía un héroe. no un superhéroe gringuito de capa larga y dudosa sexualidad, sino un héroe de carne y hueso, un héroe rojo, un héroe fuertote, un tipo de izquierdas y comprometido con su entorno, un héroe de la selva, capaz de salvarme del veneno de las culebras, un aventurero inmerso en la naturaleza, un héroe de la guerrilla, políticamente radical, un héroe de los indígenas, conocedor del alma y de los mitos, un tipo tan generoso y franco que siempre supe que jamás me haría daño, un héroe que me miró a la distancia -con unos ojos francamente nobles- bañándome en un río, un héroe que respetó mi condición de mujer ajena -un héroe de hace dos siglos, qué vaina- .

miércoles, febrero 01, 2006

de las decisiones

Primero de febrero. Post número 96 de mi segundo blog. Año y dos meses de estrés y metidas de pata a fondo y guabineos (creo que se escribe así), de ir pa´tras y pa´lante y encangrejarme. Ahora voy pa´lante. Hoy es el primer paso de mi camino a la incertidumbre y a la verdad y no sé si a la nada o al todo, pero al menos a la página en blanco.
Me da vértigo, enorme, enorme, como me dan siempre las grandes decisiones, los pasos que uno sabe que son definitivos. Como cuando en la planilla del CNU puse Comunicación Social y no Medicina, como cuando me fui a vivir a aquel barrio con él hace casi 18 años, como cuando decidí tener hijos, como cuando salí de aquel trabajo que me maltrató y llamé a éste donde estoy ahora. Claro que tengo miedo, claro que estoy cagadísima y tristísima también, pero hay como una convicción que me mantiene, la de que es lo único que puedo hacer y lo mejor que puedo hacer.
Los equivocados tenemos eso: podemos estar en el fondo del abismo, pero tenemos también la honestidad de saber que no somos ningunos supermanes y también, la secreta esperanza, de que todo nos tendrá que salir bien. Aunque no tengamos dioses a nuestro lado -no, no he prendido velitas-, tenemos de alguna forma a la humanidad completa, tenemos, además, amigos que están ahí, como Alana, por ejemplo, que me ha apoyado definitivamente, como Alana que es mi hermana o es mi hija mayor o es mi ángel de la guarda o no sé. Sé que no estoy sola, eso sí y que no dejaré que me hagan daño.

(falta por cierto, un post sobre los equivocados, porque creo que hay personas que piensan que los equivocados somos algo así como unos derrotados. Y no señor, claro que no. Dígalo ahí)