jueves, noviembre 22, 2007

mamá no está



fue el domingo en la noche. esperó salir de la clínica, esperó además que yo no estuviera junto a ella, espero incluso que no estuviera esa enfermera que tanto cariño le tenía. se fue en silencio, calladita, sin hacer alardes ni aspavientos. ya se había despedido de sus nietos horas antes desde sus ojos que decían todo lo que no podía expresar desde su silencio. se había despedido de mí sólo escuchándome, oyéndome cantar tan mal e incompletas las canciones que siempre me cantó, se había despedido sabiendo todo lo que le dije estos quince días de hospitalización, se fue con mil abrazos y besos, como una niña chiquita, como mi chiquitica, como le dije. un día soñé que mi mamá era del tamaño de un bebé y yo la arrullaba. y la arrullé entonces por todos los arrullos que se perdió en su niñez de niña sola, en su adolescencia de muchacha de la guerra. le escribí mucho y le dije mucho. ella siempre dijo "no lloreis" y no lloramos aunque por dentro lloremos. sus cenizas irán al mar, al macuto que tanto quiso.
me quedo con esta imagen de ella, la de la gran mamá, la de la superabuela.

martes, noviembre 13, 2007

mamá hospitalizada

no he escrito más aquí aunque he escrito mucho en mi cuadernito. es demasiado doloroso ver a tu mamá así mirando al vacío desde una cama, alimentada de suero y antibióticos, reprochándote por prolongar en extremo ese desencanto.
en este país la salud -si se puede llamar salud a las enfermeras cada dos horas, el enema, el caldito de pollo enviado por una sonda directo al estómago- dura lo que dura la cobertura del seguro. hasta allí probablemente el interés del caso, la esperanza, las buenas intenciones, las terapias intensivas, las inyectadoras por el cuello, los pañales.
y tú inocente, inculta en temas de enfermedades, acostumbrada a una mamá todopoderosa, supermana, a quien no le caía ni una gripe, ahora escuchas a los médicos y debes tomar decisiones tú sola, decisiones que son a veces a juro, decisiones que son a veces porque no hay más qué hacer.
y tú que eres impaciente, ahora eres pura paciencia, que tienes mal carácter, ahora eres pura calma y levedad. sabes que tu mamá nunca hubiese querido eso, que te mira -ahora que mira, fue por días la bella durmiente del piso 3- y te pregunta por qué estoy aquí y ahora no eres la hija tú, sino la mamá que cuida a su niña sin habla. la niña que a la vez es mamá porque sabes que desde su imposible movilidad piensa en ti y te está protegiendo y le duele verte día y noche con ella.
hoy salí por dos horas. vuelvo a la clínica, no había salido desde hacía días, ya soy parte de la rutina, ya todas las enfermeras comentan de la hija única que se sumerge ahí en ese cuarto y que nunca llora.
vuelvo a esa clínica, que es mi espacio temporal, el espacio temporal de ella mientras dure el seguro.