hablábamos de juanita y de reverón en estos días. al parecer ella lo amaba, él se dejaba amar pero no amaba, probablemente él sólo dependía de ese amor espléndido de ella - o no, o sólo lo asumía como circunstancia-. (a veces nos es imposible amar al preciso, al necesario, al correcto, aunque queramos tanto hacerlo, o tal vez -como en el caso de reverón- no cabía el amor a una mujer en su maremágnum vital o quizás sí, pero estaba agazapado, empequeñecido, en la tormenta del maestro).
me dice una amiga (esa que quizás sea una de las mujeres más bellas y más generosas del planeta Tierra, esa mujer de ojos tristes que seguramente ha sido muchas veces muy amada) que lo maravilloso es amar aunque no te amen, que la verdadera experiencia es ésa, el amar, no el ser amado que es un verbo pasivo. y lo dice como sabiéndolo y viviéndolo. ser amado es fácil y simple y cómodo, ella lo cree, no sé si lo dice así, pero más o menos. siento que relega el hecho de ser amado a un segundo plano, magnifica el amar como ejercicio primario. ser amado no se mueve -y no mueve-, ser amado es estático para ella. ser amado no lo decide uno, es decisión de otro. ser amado es ser objeto, no sujeto. (aunque reverón quizás necesitaba no amar para crear, no sé).
amar -piensa mi amiga, aunque no lo diga de esta forma- es sentir que uno es el que siente y el que otorga. ese sentir es de uno, se ejerce, se ejecuta, es propiedad del que ama lo que explota, lo que salta, lo que "nervia", es más valioso que recibir, echado en el sofá, el corazón como regalo.
he amado así, sin duda. con todo el amor puesto. y siento que aunque uno pierda, es bueno haber quedado con eso, con la acción de amar. no es bueno hibernar. hay que sacar al amor a trotar, meterlo en un gym. amar al amor.