domingo, junio 15, 2008

El señor Montejo

Mi mamá solía llevar a mi hijo Alejandro al kárate cuando era chiquito. Nunca hablaba con nadie, se sentaba a ver al nieto, orgullosa de que él se negara a pegarle al contrincante cuando tocaba combate. Mi mamá no era amiga de chismes ni de amistades de esas que sólo buscan hablar para demostrar que lo mejor es lo suyo. Por eso le huía a las otras señoras que hacían barra en el gimnasio.
Pero un día me contó que hizo un amigo. El señor llevaba y traía a su hijo, que tenía la misma edad del mío. Y así como ella contemplaba orgullosa a su nieto, él hacía lo mismo con el niño. Los dos permanecían silentes, sin caer en las provocaciones de aquellas mamás que se las echaban porque sus hijos eran cinta naranja. Ella respetaba el silencio de él y él respetaba el silencio de ella y eso los unía y los hacía únicos entre el coro de mamás histéricas aplaudiendo a sus cachorros. El era un elegante caballero, no elegante por la vestimenta, sino por otra cosa, era como un alma elegante y pulcra, elevada y limpia. El era más joven que ella y casi siempre venía de chaqueta y con algún libro en la mano. Solían estar ahí, callados ambos, acompañándose en su amor hacia los chamos. Y a ratos, cuando la rutina de los ejercicios era cansona, se ponían a hablar. No sé de qué hablaban y no me lo imagino, dos seres tan distintos, hablaban de Chacao quizás, de las calles, de los pocos árboles, de los niños, de la vida. Eso sí, sé que no comparaban las cualidades deportivas de los chamos, eso no importaba, ellos estaban ahí porque se divertían y estarían allí hasta que dejaran de divertirse. Seguramente tenían mucho de qué hablar. Mi mamá fue siempre una mujer sencilla, nunca tonta, muy despierta y poco crédula. Digna, me dijo en estos días alguien, y creo que no hay mejor definición sobre mi madre: una mujer digna. Me contaba que el señor era educado. Nunca me dijo que era culto, ni intelectual, sí educado. Y buen padre. Muy buen padre. Creo que tras las conversaciones con ella fue que él decidió cambiar a su hijo al mismo colegio donde estaba el mío. Creo que ella me dijo que él quería preguntarme y me preguntó, y lo conocí, y cuando lo vi y supe quien era, lo quise más de lo que lo quise por su poesía. Quise también al buen hombre que era. Al amigo de mi madre.
Gracias al cambio de colegio, los dos niños, mágicos, imaginativos, inventores, estudiaron juntos, se hicieron amigos y una vez, en mi casa, construyeron un cohete que los llevaría a la Luna. Un día él me invitó a su casa, y como papá orgulloso que era, me enseñó los primeros poemas de su chamo. Había uno de una rosa que lo conmovía. Y así como antes iba al kárate, ahora iba, como yo, a todos los juegodramas del colegio, a los actos de música y folklore. Siempre tratando de pasar desapercibido. Siempre callado. Brillando. Un señor. El señor Eugenio Montejo.
Mi mamá cumpliría 89 años hoy. Montejo partió hace pocos días a otro reino. Juntos quizás estén observando el universo. Callados. Y como hicieron en el kárate, se respetarán los espacios y los silencios. Serán amigos.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto me hace recordar a Bolaños: muy preocupado al final por dejar protegida, lo mejor que podía, a su familia.
Tú mamá, Montejo, Bolaños: gente muy digna y los dos últimos no menos reales que la primera.
Quizá no haya mejor elogio.

romrod dijo...

Muy lindo. Besos.

hcgda dijo...

hermoso epitafioo para dos

Catalina dijo...

que bello!

Anónimo dijo...

hermosamente sencillo...

Anónimo dijo...

Oye pues muy bien el trabajo sobre los panitas de verde, rojo y amarillo...aunque me sorprende el nivel de la solidaridad del poder con algo tan comeflor...

En fín, que al otro lado del espejo sigues haciendo un trabajo magnífico.

Un triple beso.

P.S.: Sobre los señores de los que hablas te invito a que leas sobre los fallashas te quedarás sorprendida. Triple beso again.

Mire dijo...

gracias victor, romrod (qué es de tu vida!!!!), holandita, caty, julia y misteriosísimo anónimo (que me llenas de curiosidad)

Verónica E. Díaz M. dijo...

Maravilloso regalo!
Un abrazo

Abriles dijo...

me encanta esa forma de ver la vida y esa forma de ver lo que sigue a ella, de verdad-

Abriles dijo...

por cierto, por qué eliminaste la entrada anterior a esta?

Mire dijo...

abril, no es bueno exponerse, lo hice mucho en el año 2004 o 2005, ya me dejé de eso. por eso la quité.

Mery dijo...

es tan hermoso decir "espacios" y "silencios" siempre he pensado que la gente te puede quitar cualquier cosa pero siempre quedaran los dos ultimos.

saludos maga.

Anónimo dijo...

Bello Montejo, Bella tu madre...bellos uds

Ub abrazo lleno de poesia para su merce

BEA

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Sencillamente hermoso. Otro comentario no sería posible.

Todo lo mejor para ti.

Anónimo dijo...

Hola profe, yo fui alumno suyo hace un par de años. Mi nombre es Oscar. Tal vez se acuerde de mí porque siempre llegaba tarde y porque un día le conseguí el teléfono de un señor que es zapatero en La Candelaria para que lo entrevistara a causa de una pauta que usted tenía que hacer.

En fin, le escribo porque quisiera compartir con usted algo que yo escribí después de enterarme de la muerte de Don Eugenio Montejo.

La cuestión es que dejar el texto como comenntario, sinceramente, no me parece lo ideal. Me gustaría mandarselo a algún correo, pero no tengo su mail profe.

Es por eso que se me ocurre, si a usted le parece, dejarle mi mail para que me contacte y así ya tendré un correo a donde enviarselo. Mi mail es: oscargonzalezgrande@gmail.com

Bueno, que esté bien profe. ¡Hasta Luego!

Oscar

Mire dijo...

Hola Oscar, es muy fácil: la primera letra de mi nombre y mi apellido completo en hotmail, yahoo y gmail. también puedes escribir a magamagamaga@hotmail.com


¡Qué bueno que sigas escribiendo!

_eL mismo que viste y calza... dijo...

Hermoso...
Siempre paso por aquí.
Yo también fui alumno suyo, no creo que me recuerde, nunca he sido destacado con la escritura. Ahora, si recuerdo que usted me compro un par de brownies en la ECS.
Estoy muy agradecido por lo que escribe y los lugares mentales a donde me lleva.
De verdad, gracias.
Le envió kgs infinitos de abrazos y buena vibra...

_tEo...

Anónimo dijo...

Pasandito por aquí...

De este lado del espejo tu ángel de la Guardia quisiera re-conocerte pero a lo mejor tu me verías con cachitos y cola.

Es lo que tiene ser ángel caído...

En fin que de los dos lados del espejo lo haces pero muy bien...

Abur y el más sincero cariño!.

Mire dijo...

ángel anónimo...a lo mejor la que tiene cachitos y cola soy yo...
no te intimides.

Ophir Alviárez dijo...

Maga, qué historia, me hiciste suspirar.

Abrazote!

Ophir

Anónimo dijo...

Ese encuentro que relatas se puede convertir en una hermosa novela... Es un encuentro hermoso y lo describes con mucha delicadeza.
Un saludos agradecido.
Jairo

Fernando Visbal Uricoechea dijo...

Dos bellos homenajes y uno de los buenos que he leido de Montejo.

La amistad que narras deja ver la profundidad que no tienen esas otras que describen de manera demasiado cautelosa, así: "ámalo como si algún día hubieras de odiarlo; odialo como si algún día hubieras de amarlo" (Quilón).

GEORGIA dijo...

conmovedor, me ha dejado con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos

que sería de la vida sin nuestros atesorados recuerdos

te saludo, lamentando la partida de nuestro gran poeta

georgia

http://poesia-en-georgia.blogspot.com

Imágenes urbanas dijo...

Ay Maga, este relato me ha hecho revivir la tristeza que sentí cuando se fue Montejo quien era, sin lugar a dudas, un SEÑOR, de esos que nos hacen tanta falta.

También recuerdo lo que alguna vez dijo ese otro señor imposible de olvidar: José Igancio Cabrujas, "No estamos para que se nos muera nadie."

También le hice un pequeño homenaje a EM en mi blog al día siguiente de su súbita partida.

Un abrazo,

María Tabares dijo...

Hermoso texto, hermosos seres humanos los que dejas ver.
Debes parecértele.

Anónimo dijo...

hermoso texto Mireya como todos los que escribes. Estoy de acuerdo con el escritor anónimo de hacer una novela con esa historia real y profunda de tu madre y montejo. "los silencios protagosnistas en esos encuentros". ¿Qué grandezs contenida en esos recuerdos sembrados en la piel!. Siempre conectada con tus palabras. Gladys Urbina