jueves, octubre 27, 2005

los tiracoñazos (pura práctica -y siempre terminamos arrepentidísimos porque a veces nos pasamos de la raya-)

No es que aguardamos tranquilitos el tren como la gente normal y corriente (eso, leer el periódico, tomarse un café, asumir la espera con calma y paciencia, humano civilizado y correcto que mira el reloj y no se exalta), pero es que tampoco compramos el boleto para ninguna parte y, aunque en realidad pensamos abordar sin pasaje en mano -ni pasaporte, ni visa- no toleramos que el taquillero nos diga que no hay puesto, y protestamos si el servicio llega algunos minutos retrasado. Somos de los que abordamos el vagón a juro y nos ponemos bravos, además, si el acomodador nos obliga a levantarnos porque no es nuestro puesto sino el de esa señora de respetable presencia. Pero no es sólo eso (eso, en realidad, es lo de menos). Es más aún. Si el tren -de lo lleno- no se detiene e intenta pasar de largo, pues con nuestros poderes de Hulk el Increíble, que no sabemos de dónde sacamos -menos aún cuando hemos "enflacado" tanto, como nos dice cierta hada- detenemos la poderosa máquina, que hace chirriar con el frenazo. Y no sólo nos montamos nosotros -carajo, somos descarados, mas no egoistas-, sino que auxiliamos a todos los pasajeros a punto de quedarse varados y les conseguimos puesto arrimando con el culito a los que pretenden quedarse sentadotes y cómodos, ajenos al peso de la edad de las viejitas y de las crías de las embarazadas.
Somos los tiracoñazos, los que nos enfrentamos al mundo con demasiado en contra y nos peleamos con las piedras del camino, porque por Dios, debería haber autoridades que asfaltaran la vía. Los tiracoñazos no toleramos que otros se tropiecen con piedras que alguien dejó regadas en el camino, bien por negligencia o bien por rabia. Los tiracoñazos no es que nos quedamos quietecitos mientras el funcionario hace el registro de las piedras, no más por conocer el inventario y registrar las caídas y sacar la raíz cuadrada del promedio de tropiezos por roca. Los tiracoñazos declaramos huelga de hambre en la vía y les hacemos tragar las piedras a los inútiles. Y con nuestra rabia -a veces dolorosa rabia- seguramente el camino será más ligero para los otros porque probablemente nunca más transitemos esa vía.
Claro, a veces nos pasamos de la raya los tiracoñazos. En la playa, por ejemplo, condenamos las prácticas bárbaras de la pelotica de goma sobre nuestras cabezas o de la música tuquitituqui invadiendo el sonido de las olas. Entonces armamos nuestra pequeña revolución libertadora por el derecho a la paz en la arena y voceamos por el derecho ciudadano a oir el aleteo del mar. Y peleamos con quienes se creen con la propiedad de perturbar la tranquilidad ajena. Pero después les dejamos la playa tranquilita y limpia de abusos al montón de tiracoñazos pasivos que siempre esperan que alguien como uno dé el primer y único golpe. Nos darán la razón, probablemente bajo cuerda con un "estuvo bien esa" o con una simple -y para nada comprometedora- mirada cómplice, porque con nuestra acción de quijote a destiempo disfrutarán de la playa que dejamos para ellos purísima, mientras nos dedicamos a desterrar latas del agua y animar a los peces a armar su verdadera fiesta.
Los tiracoñazos somos buenísimos, en serio. Esperamos que el semáforo esté en verde. Nos rebelamos ante el desamor y los despropósitos. Nos exaltamos ante el abuso y la injusticia. Y, sobre todo, somos los grandes defensores de la vida, porque hay que vivirla, dando traspiés -lo entendemos-, pero evitando que otros te provoquen -y se provoquen a sí mismos- las caídas.

8 comentarios:

Unknown dijo...

No sabes como me he identificado con este texto. Sobretodo en este momento donde, derrotado, pienso en la venganza o, mas diplomaticamente, el contraataque.

Ese trozo donde señalas como le dejamos las cosas a los tiracoñazos pasivos es sencillamente genial y cierto.

Saludos!

ベル dijo...

Hoy me bajé del carro y le formé un peo de esos tiracoñazos a un carajo que se comió el pare, en plena tranca (cosa que parece no existir en este país, al igual que la luz de cruce) y causó una tranca mayor aún, mucho mayor, de esas que parecen una fotografía.

¡COÑO la gente maneja malísimo! (tengo ganas de escribir un párrafo gigante, pero no lo voy a hacer, por mi salud mental)

Supongo que si tenía un poco de todo, también tenía que tener algo de tiracoñazo, que sí lo tengo.





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estos post ciertamente se han convertido, no solo en un vicio vale, sino en todo un bálsamo mental.
Gracias por escribir.

DINOBAT dijo...

Yo después de varios años en la práctica activa del Ninjutsu decidí dejar de tirar coñazos, mucha gente con pistolas por ahí, a si si, antes que digan que tarado este no entendió el post,debo admitir que sigo llevando mi superhéroe por dentro es solo que a veces siento que un solo superhéroe no puede con tanto abusador que existe en el planeta...

Rodolfo dijo...

yo más que tirar recibo...

unocontodo dijo...

Que casualidad... vengo de "tirarconazos", justo hoy domingo a las 9 de la mañana, el apartamento de arriba lo están alquilando y que tal, que al dueño se le ocurrió quitar y poner la cerámica justo ariba de mi cuarto?....

Yo, lamentablemente como que soy un "tiracoñazo pasivo", pero me "tirocoñazo" una vez al año, hoy fue ese día...

Y hasta vaina me dio, con el pobre obrero que no cumplía sino con el encargo del dueño... hasta disculpas le pedí... pero la paz reinó, digna de un domingo en la mañana.....

Fedosy Santaella dijo...

Coñazos les tira la vida a los tira coñazos, porque eso terminan así, KO!!!!

Y esa hada, qué palabras tan fantásticas se inventa. "Enflacados", qué bueno.

Saludos, espero otro poemita.

caribbeangirl@cantv.net dijo...

gallita de pelea pues! eso trato de dejarlo encasa cada vez que puedo, pero cuesta...

besos
Cari

Protheus dijo...

En la playa, una vez, estaba un Mr. Venezuela con una chica de esas papeadas que no provocarían una erección ni en Conan, El Bárbaro, jugando raqueta usándome a mí como red, supongo. No me arreché. Me acerqué a ellos y le dije al tipo que era Médico Deportivo, y que notaba una atrofia en sus músculos flexores de la pierna. Santo remedio. El tipo se puso sweater y pantalón deportivo y pasó el resto del día sudando, acomplejado, mientras su dama lo consolaba con voz cavernosa esteroidea. Jajajaja. Hay que ingeniárselas, porque los abusadores no pagarán tu infarto.