martes, agosto 16, 2005

obscenidades y dragones (a propósito de Savater)

I. Obscenidades
"El placer nos humilla porque nos gusta obligatoriamente, porque su delicia no requiere nuestro permiso y va siempre más allá de él. Su carácter forzoso nos alarma porque se asemeja a la muerte, lo irremediable por excelencia".
"No cabe juego posible, no se puede coquetear impunemente con lo subyugante: antes o después, todos resbalan hasta el fondo de la pendiente que los anula".
Fernando Savater . Sin contemplaciones. Ariel Ensayo.

Son citas de Savater en su ensayo "La obscenidad de cada día". Asegura que el derecho individual, ese derecho que también es a lo obsceno, no debemos dejarlo vulnerar por la decencia y otras ataduras sociales que están allí para coartarnos.
Creo en el derecho individual: a la obscenidad, a la ridiculez, al despecho, a la tristeza, a la locura, a la rabia, a la equivocación, al dolor, inclusive a cierta cursilería. Todos esos estados nos hacen más humanos. Quizás podamos pasarlos por el matiz del mal gusto y, como también dice nuevamente Savater, medirlos desde la estética y no desde la ética. Quizás, así, seremos más justos con ellos. Menos morales. Más mortales.
Allí están y son derechos.
Todos somos obscenos
Y también (copiándome el título de Chalbaud) todos somos sagrados.
Y creo que somos sagrados en la medida que somos obscenos. Como una balanza. Un digestivo.

II. Dragones
Dejo otra frase de Savater, ésta es del ensayo (maravilloso ensayo todo él) "Lo que enseñan los cuentos" . La frase es, a su vez, una cita que él hace de Rainer María Rilke:
"¿Cómo habríamos de olvidar esos antiguos mitos que están en el comienzo de todos los pueblos, los mitos de los dragones que, en el momento supremo, se transforman en princesas? Quizás todos los dragones de nuestra vida son princesas que esperan sólo eso, vernos una vez, hermosos y valientes. Quizás todo lo espantoso, en su más profunda base, es lo inerme, lo que quiere auxilio de nosotros".
Somos, entonces, princesas que se esconden bajo la fortaleza y la bravuconería del dragón. En el fondo estamos esperando que nos rescaten de nuestro propio castillo, ese, nuestro cuerpo equivocado de dragones.
Yo creo que estoy esperando ese sublime acto de salvación que quizás no llegará. Quizás debo matar al dragón desde adentro. Aunque no puedo. Me gustan mucho más los dragones que las princesas. Seguiré con mi piel verde de escamas, con mis cortas alas, con mi fuego. Seguiré asustando mejor. Anularé a la princesa. Princesa pendeja.
Aunque no sé si puedo. Somos dragones. SOmos princesas. SOmos uno y somos el otro también. Sagrado. Obsceno.

III. Lejanía
Aquí no hay frase de Savater, pero ahora, escribiendo, no puedo dejar de pensar en eso: en lo que me duele la lejanía. En que todavía no entiendo por qué hay tamaña lejanía. Desproporcionada. Procaz. Hasta obscena. Dos dragones echándose fuego. Y las princesas, adentro, cagadas.
Quizás fue que me inventé la cercanía. Pero no. La cercanía se palpa. Se vive. Te tambalea. Pero además cuando uno sabe que tiene una cercanía cerca (así, como el que se encuentra un cronopio) pues la mima, la consiente, la tiene como una joya delicada, porque sabe que las cercanías no son tan fáciles de hallar. Mucho más difícil es que dos cercanías se acerquen. El mundo, ahí, da vueltas.
Pero ésta es una cercanía que me volvió lejanía. Soy una lejanía como galáctica. Como que me montó en un cohete rumbo a Marte, me dejó allí abandonada y hasta más nunca. Veo el planeta Tierra allá a lo lejos y sé que tengo que adaptarme a esta superficie roja, árida, lejana.
Necesito manual de instrucciones: requiero armar mi propia nave. O vuelvo a la Tierra o me largo a Plutón o doy vueltas en los anillos de Saturno. O me sumerjo en un agujero negro hacia ese otro universo paralelo que lo habita en su densa y atrayente masa.

IV. Frase suelta.
Esta es la última cita de Savater. Sólo que la estoy poniendo aquí simplemente porque me gustó y porque es igualita a mí. No la comentaré. Y me voy a dormir. O a ver tele. Tengo creo que 8 meses sin ver televisión.
"Las mujeres más sensibles que he tenido la ocasión de conocer (lo que no quiere decir las más "dulces" ni las más "hembras") se han formado en la literatura de aventuras y en buena medida guardan su aprecio adulto por ella".
Amo la literatura de aventuras. Y la vida de aventuras también.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Maga: Me has descrito con tal exactitud que estoy por creer que hay un vínculo "extraterrestre" entre nosotros:
..menos moral..más mortal
..obscena, ridícula -hasta la saciedad-, despechada -de perinola-,triste como la qúe más,loca de remate, rabiosa hasta echar espuma por la boca, equivocada SIEMPRE, regodeándome en el dolor y para rematar más cursi que un novelón del siglo IXX (parafraseando a Ricardo)..
Mi mascora es un dragón y AMO la literatura.... y la vida de aventuras...que tal? un beso amiguita, escritora de niños y grandes y mujer ejemplar...

Anónimo dijo...

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Mire dijo...

ebe: también amo los dragones

pontdx: sí, me lo imagino, como te lo dije: cerveza en el suero y un cigarrillo tras cada nebulización, ah, sí, y las enfermeras, pobres, que luego no vengan a llorar en mi blog por él. dile, cuando lo veas, que lo quiero mucho, aunque eso él ya lo sabe. si sigue mañana en la clínica me avisas para ir con cari, que está preocupada por él