lunes, julio 24, 2006

de aturdida a aturdido

Fui al mar. Corrí olas con mi hija en playa El Agua, mientras mi hijo nos observaba sentado bajo un toldito como un señor muy viejo. Me hizo feliz Margarita, aunque no esté feliz. Me escapé de mí. ¿Sabes? El problema es más complejo. Perdí la capacidad de creer, me han rodeado mentiras y más mentiras, como si estuviera atrapada en una red hecha para desautorizarme de mí misma. No sé qué es real (salvo mis hijos, sus abrazos, sus preguntas). He empezado a cuestionarme. Mucho. A cuestionarme años, actitudes, relaciones, competencias. Hasta mis fortalezas parecen borrarse. A veces creo que no sé quién soy (hoy me dijeron, como chiste, que alguien decía que yo era una persona que nunca había terminado de crecer). Tampoco sé qué vale la pena. De pronto siento que estoy seca, que no puedo ni siquiera escribir. Rota. ¿Pero a quién le importa más que a mí? Es como la bonita que pierde el hermoso rostro en un incendio, o el orador que enmudece, o el corredor que queda lisiado. Si no escribo estoy mutilada (yo, más nadie, el planeta sigue en su rutina y sus guerras), pierdo mi capacidad de comunicación con el mundo, contigo por ejemplo (sólo estoy poniendo un ejemplo, que conste). No soy nadie. Nadie me puede ver si no escribo.
A veces quisiera crear un email con ese nombre que me pusiste y escribirte porque creo que me entiendes, que eres como una suerte de amigo aunque no lo seas, aunque seas ese extraño que ni siquiera estoy segura de que eres. Además, creo que si abro ese email y te escribo, seguramente esto dejará de tener sentido para ti. Esta amistad de la tecnología. Esta sensualidad -también- de la tecnología. Esta amistad que se nutre de la total falta de vínculos. De la escasez de certezas. Del ser y del no ser. Este hablar con un fantasma creado para acompañarme -o para burlarse-.
Ya ves. La pegaste. Estoy aturdida. O extraviada. O vuelta mierda. Pero eso sí, derechita. Bronceada. Con algunas trenzas. Y ganas de seguir jugando (al menos, como las olas, este juego golpea duro a la tristeza -esa coño de madre- que insiste en inutilizarme).

7 comentarios:

EBE dijo...

Mi niña bella...eso se llama depresión...es una enfermedad (que tiene cura); tal vez psicoterapia y/o algún medicamento (fluoxetina / lease prozac). No te entregues, no dejes que los problemas y tristezas te ganen la batalla...tu eres una mujer MARAVILLOSA (porque te cuesta tanto entenderlo..cabeza dura!!)...tienes además una responabilidad con la vida, con el sol, con las estrellas, con el viento, con el rocío...con tus hermosotes hijos, tu madre y tus muchos amigos corpóreos y virtuales...TQM..de veras mucho, aunque parezca imposible de entender...un gran beso, mi megamaga

Regina Falange dijo...

Me meto en esta historia de aturdidos donde no quepo nada más para decirle que se le extrañaba, por estos lares y que es bueno tenerla cerca.

Bienvenida y un abrazote!

Color dorado

un tordo dijo...

queridísima. ese es el lugar exacto. el lugar del extravío, el lugar del aturdimiento. desde ahí se hace uno, no desde las pepas ésas que te borran el ser o lo diluyen. "todo está en sazón", como diría María Victoria Atencia, tienes tu mesa servida, a jugar.
y ves?, también desde ahí se escribe, y muy bien. hermoso texto.

Anónimo dijo...

Es un tordo, el salto, el brinco y caída mortal libre, trato de entender por qué al otro lado está el jardín, y entre dos lugares el tordillo estrellado contra el cristal. Pobre tordo aturdido, que trata de averiguar si el nido se ha hecho en una madriguera o en la copa de un cedro. En Margarita no hay cedros. No en Pampatar, donde vivo cada tanto, si subes sobre El Valle puede ser que veas algo parecido, tordo aturdidos que se lanzan en picada hacia la desértica latitud de Macanao donde encuentra la datura roja y blanca de un cactus. Un jardín de cactus cuajados de datura roja y blanca. Come y bebe. ¿Esa es la rama de olivo, tu paz? Tus ojos verdes han de verse de otra manera en contraste con tu piel bronceada.

Entonces, ¿habrá paz ahora que el mundo está en guerra?

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

La metamorfosis suele doler..., pero pasa.
Date tu tiempo..., luego hablamos.

Todo lo mejor para ti, siempre.

Mire dijo...

aturdido: no me imagines. mírame. aprovecha esta semana, que el bronceado desaparece. eso sí, mis ojos seguirán siendo azules o verdes, según la ocasión.


silma, querido, la metamorfosis ya pasó hace rato, sólo que a esta mariposa, a veces, le pisan las alas

regina, tordo (mi querido tordo), cabina, gracias por su compañia. la amistad es un buen remedio natural. estas cosas pasan mejor sin quimicos.

José Domingo Guariglia dijo...

Hola aprendiz de maga:

Es la primera vez que entro a tu blog, pero quiero decirte que me gusta mucho cómo escribes y que te considero una persona muy inteligente.
Yo también he pasado por momentos de mucha depresión en los que uno se cuestiona todo y no le encuentra sentido a nada. Simplemente, nos toca seguir adelante.
Afortunadamente, existen el correo electrónico, los blogs, las páginas web y muchas herramientas mediante las cuales nos podemos desahogar y expresar nuestros sentimientos.

¡Adelante!