martes, agosto 14, 2007

salir

es verdad. llevo como tres meses sin escribir. llevo tiempo también sin preocuparme de ponerme ladilla hasta que me publiquen mi novela aprobada por dos editoriales. sin preocuparme de reunir los cuentos, titularlos y mandarlos a esa otra casa editorial que me abrió hace un año las puertas. sin preocuparme de recopilar esas otras cosas y mandarlas a un concurso. al fin y al cabo, son mis textos lo único que me importa. MIS HIJOS -por sobre todo- y mis textos y yo en mí y en ellos.
pero la verdad es que llevo tres meses sin preocuparme de mí tampoco. y lo que es peor, sin preocuparme de que no me preocupo. pasé dos años en los que lloré mucho (ya no lloro, ya eso se me olvidó). un día amanecí flaquísima, flaquísima y la gente pensaba que era dieta,pero no, fue el dolor. el dolor, la humillación, la pérdida, la desconfianza. el abrir los ojos. después me fui recuperando, tomé energías y avancé. no hasta el punto de enamorarme de alguien, aún no llegué a eso, pero sí de desenamorarme, de desilusionarme, de recoger el trapito que era yo y hacer vida de nuevo. hacer vida era muy simple. se reducía a sobrevivir muy dignamente con el sueldito -y a matar simpáticos tigres-, a subir al ávila con mi chama, a comer en un restaurant de vez en cuando con mi chamo y mi chama, a sentirme orgullosísima cuando él salió en la carrera que quería, a ser muy feliz cuando ella ganó un premio, a nadar en el mar, a salir con las amigas y los amigos, a leer, a dar clases, a estudiar, a empezar a pintarme los labios de rosa muy claro, a reconocer gente honesta, a planificar alguno que otro viaje, a reencontrarme con una escritura mía que había dejado suspendida en algún momento. y de pronto, a principios de año, quizás en marzo o abril, algo pasó, me dije diablos salí. diablos salí. puedo. y salí. y en la salida se me ha revuelto la infancia y la adolescencia con su soledad y sus injusticias y sus miedos y sus culpas. pero sí logré salir. por pocos días, vi que había otra vida, otra luz, que todo había pasado, que de la rutina tranquila debía saltar a otra historia. ¿qué quería yo? una historia que fuera bonita porque fuese sincera. una historia de verdad, como la que tiene toda la gente que conozco. sin monstruosidades ni malabarismos ni sadismos ni masoquismos ni perversiones ni mentiras, sobre todo sin mentiras.
pero entonces me cerraron la salida. y yo me dejé, a sabiendas. tú no sales, mija, que aquí adentro en este barrial, en este basurero, en este foso, es que se goza, cará. la serpiente que se muerde la cola.
esta noche nuevamente abro la puerta porque sé que esta vez -sin llanto- sí voy a salir.

2 comentarios:

Ruth Hernández Boscán dijo...

el jueves maga! es una promesa!

dos besos

Ophir Alviárez dijo...

Querida Maga, la vida está también afuera, ya tú lo decidiste, sí, toca salir.

Abrazos,

OA