Mi madre lo esperaba todos los domingos con el periódico sobre la mesa. El siempre traía un libro diferente para mí. Una vez él trajo el segundo volumen de una edición de El Idiota de Dostoievski que tenía tres tomos. A la semana siguiente trajo el tercer libro, muy gastado por el tiempo. Después olvidó traer el primero o quizás enfermó, no sé. Siempre me quedó la intriga sobre el comienzo de esa historia. Así, como ese libro sin primera parte, es la literatura y así el periodismo: una pregunta que nunca se responde del todo. Una herida. Un universo que siempre se querrá descubrir.
Mi papá, ese señor que sólo venía los domingos, también se murió un domingo. Y me legó la literatura y el periodismo, sus dos entregas durante su estadía semanal de pocas horas. Y la intriga.
Me vinculé a la palabra desde siempre. No recuerdo otra forma de aprehender el mundo. Desde los diarios íntimos de la infancia y adolescencia, desde los estudios universitarios, desde los talleres literarios y los primeros cuentos, desde el apasionamiento teatral. Desde el periódico. Desde mis libros. Siempre he creído que no hay divorcio, literatura y periodismo son un matrimonio, más bien una pareja swinger: se aman, se desean, viven juntos, pero a la vez coquetean con otros, se permiten la incursión de terceros en un perverso juego que siempre los ata más. Están sellados, sin duda, cortados por una tijera de punta finísima, que si te descuidas te corta.
El periodismo ha sido un espacio para mi escritura. Me ha dado la oportunidad de plasmar el entorno desde la palabra, de meterle el dedo a la yaga de la ciudad, del país, de una ciudadanía que cada vez se hace más extensa. El periodismo me ha regalado en la vida real la mejor de las ficciones de carne y hueso.
Una vez compartí una noche con un niño de la calle que terminó golpeando desde su mirada dura y sus frases certeras toda la facilidad con que pasamos al lado del otro marcando distancia. Otra vez ingresé en el mundo de los mineros ilegales y bajo una mina hecha a punta de pala uno de esos hombres me confesó que en cualquier momento el techo se nos podía caer, porque era frágil, como él, como la vida. Un día estuve con las putas, más allá de los bajos fondos, con las putas de día, que dejan a los hijos en la escuela y se retocan en una oscuridad que impera aún a mediodía. En alguna oportunidad fui a buscar a una familia que nunca se enteró de la llegada del siglo XXI, una abuela sin piernas observaba cuatro paredes condenada a la cama eterna por la picada de un murciélago. También estuve en un hospital de noche, sin esperanzas de salvar una vida porque un periodista sobra cuando no hay gasas. Fui también a un refugio donde fueron colocados como trastos gente que alguna vez tuvo un hogar que se borró bajo un aguacero. Miré también un estado Vargas, hundido bajo un deslave en 1999, desahuciado, desde unas escuelas donde ya no se podía oler el mar. Todo lo escribí, para ser los ojos, la cabeza y también el corazón de un lector a veces muy ajeno. Los periodistas tenemos la suerte de entrar en lugares de la realidad que quizás no podríamos sin las puertas que da la profesión. Vemos entonces lo que no puede ser visto por todos y si pillamos el pulso literario, pues miraremos también doblemente comprometidos.
Hay una relación económica entre literatura y periodismo: se hacen préstamos. Pareciera que no hay límites, o si los hay, se cuelan, se meten por las rendijas. El periodismo me ha hecho ver la literatura que tiene la vida. Lo he visto en mis perfiles: el de un hombre que me mostró cuán femenina era su alma; el de un abogado que registró una embajada para recibir a los numerosos seres que alguna vez llegarán de otro planeta. La vida por momentos tiene más de ficción que la creación misma.
Creo que estos dos términos, literatura y periodismo, no son parientes, son –al menos en mí- amantes y hay que darles su luna de miel. Quiero reforzar mi estilo, mi creencia absoluta de que no es posible hacer buen periodismo de profundidad si no hay detrás la palabra de un escritor. Además, porque hay un libro de literatura de no ficción que ya comienza a armarse en mis angustias. Quizás allí pueda leer esa primera parte de El Idiota, y responda alguna que otra pregunta que me ronda. O quizás, lo que obtenga, como auténtica periodista, sean más preguntas.
(a ver, este texto lo escribí hace una semana y lo paso aquí para cumplir una promesa: si me salía algo -que me salió ¡bravoo!-) pues prometí que este texto lo publicaría en el blog. No sé si debería, el país como que se está cayendo o nos hacen creer que se está cayendo, yo debería estar escribiendo de eso. También quería escribir del metro, porque fui una de las miles de víctimas del caos del miércoles en la noche y eso hay que reseñarlo con apasionamiento, con arrechera y no con la objetividad periodística -yo estoy segura de que alguien estaba buscando que se armara un conflicto social ese día-. También quiero escribir que me hace mucha falta el club de los equivocados, todos ellos, porque sin sus comentarios pues al blog le falta una pierna. Vamos a ver qué tiempo tomo para escribir de estas cosas)
viernes, diciembre 02, 2005
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6 comentarios:
Que buen post... me parece excelente la descripcion del periodismo, provoca estudiar Comunicacion Social!
Esos post-comentarios con esas dosis de melancolía, esos recuerdos personales y esos toques narrativos-descriptivos pues agitan mucho el alma. Supongo que tanto de la persona que los escribe como quien los lee. Al conmover al lector, el post ha cumplido su objetivo.
Por cierto existe la posibilidad de escribir un comentario y dejarlo guardado para su momento oportuno de publicación con la herramienta draft - borrador que es muy útil cuando llegan esas ideas una detrás de otra. ;)
Bien, que me ha gustado tu escrito de hoy...
Como siempre un gran saludo desde un sito que no es ningún sitio.
Bien intenso y hermoso este post. Esa hermosura que se trasluce tras la pasión que le pones a tu profesión. No podrás decir jamás que tuviste una vida aburrida!
"Literatura y Periodismo : una pareja swinger"...te quedó buenísimo :)
saludos,
Veeeerg a mi tambien me hace super falta el Club...
Te quiere
Cari
Me dejaste con los ojos irritados por problemas en los lentes de contacto, el problema es que no uso lentes de contacto.
Todo lo mejor para Usted.
Anoche pasé por aquí, vi que habías escrito, pero lo dejé para esta mañana porque no quería echar solo un vistazo. Intenso tu post, llega hasta adentro.
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