vamos, fedosy, a ser asesores. vamos, pues, a echarnos aire por la vida y ganar una bola de billete con el trabajo ajeno. vamos a andar por la ciudad con maletín de cuero. lejos del metro y ese gentío que me apretuja. tú encorbatado, o quizás no, quizás sirva también tu pinta informal de intelectual ucevista amante de tim burton. yo de tacones, si no me caigo. juro que aprenderé a caminar con ellos frente al espejo, como cuando hacía teatro y me montaba libros sobre la cabeza para andar derechita. vamos a llegar a las oficinas de otros y darles luces -con esa sabiduría que todos supondrán (por algo somos asesores ¿no?), y que nosotros tendremos que demostrar hablando de más o callando, que también callando se demuestra saber-. vamos, llegamos a los sitios, a una hora sabrosota, ya sabes, ni tan temprano ni tan tarde ni al mediodía para poder buscar yo a mi niña al colegio. pongamos que a las 10.30, o a las 4.00, que no haya cola en la autopista, después de un buen desayuno en la danubio o de almorzar sushi en el avila tei. o también podemos asesorar desde la danubio o el avila tei, no hay problema. uno se sacrifica por el trabajo (de otros). pues bien, llegamos a la reunión de asesoría. un montón de trabajadores nos ven con cara de reos a juicio. hay que observarlos así, como si de nuestra decisión dependiera si van al pelotón de fusilamiento o reciben una condecoración de la alcaldía mayor -¿qué será más peligroso?-. los trabajadores mostrarán sus obritas con el temblor de quien sobrevive de quince y último. uno, desde su altura, las verá y elaborará un discurso que comprenderá las siguientes aristas:
1.- el empleado tendrá que sentir que las bondades de la obra se deben exclusivamente a la asesoría de ud. (que en realidad no ha asesorado nada) y debe entender que aún quedan piezas por armar que no podría comprender si ud. no hubiese iluminado su camino (aunque en realidad no lo hizo).
2.- el jefe o quien lo ha contratado debe sentir que sin la asesoría de ud. tal obra no sería posible. debe sentir que incluso su puesto depende de la asesoría de ud. que su palabra vale oro.
ahora bien, si todo sale mal, si el producto al final es tremenda cagada, pues allí también el asesor tendrá una respuesta.
--yo no tengo nada que ver, yo únicamente era el asesor.
y saldrá por la puerta orondo. siempre vendrá una nueva asesoría.
anda, fedo, vamos a ser asesores.
7 comentarios:
Yo quisiera ser un asesor de rediseños de diarios. Viajar por todo el mundo y recomendar: "Los textos tienen que ser mucho más cortos, no importa que las entrevistas no se puedan desarrollar. Ponerle mucho colorido a todo, decirle a los fotógrafos que se fumen tres lumpias, ser 'trangresor' con las imágenes, montar siluetas encima de los textos. Los textos no importan un coño, quien quiera leer literatura que hable con el señor Brassesco". Ese debe ser un trabajo de pinga y no hay que pensar mucho, solo unirse a las "tendencias mundiales" contra las que no se puede ir.
A mi no me gustasría asesorar, prefiero imponer ;-)
jejeje alexis, qué bien...no me acordaba del concepto "asesores internacionales". toda una especie.
Se informa a la comunidad internacional que se están haciendo todos los esfuerzos necesarios por subir hacia los altos escalones de la asesoría. Sin embargo, debo dejar en claro que no me encorbato ni tampoco voy a peluquerías a alisarme el pelo.
Mil besos, maga
Querida Dama:
Unos asesores como Ustedes es un lujo.
Todo lo mejor para ti.
Yo me daría por bien asesorada con ese par :)
Visitando por primera vez, la verdad ya no recuerdo cómo fue que vine a caer aquí, a mi siempre me intriga cuando surgen nuevas visitas pero mira que a veces, como hoy, termina siendo una afortunada coincidencia.
Un saludo desde México !
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