viernes, marzo 24, 2006
otra equivocación
Ya sé. No es mi estilo. Ya sé. Ya retomo mi cotidianidad. Dejo un juego al que no he sido invitada. Lo dejo antes de equivocarme. Antes de entristecerme más bien. O antes de que me boten. ¿Qué haces tú aquí, chica? Vuelvo a lo mío. Ya saben, mis niños, mis cuentos, las plantas. Incluso las plantas. Eso. Tan sencilla. Tan desapercibida. Tan distinta. Quedan cosas pendientes por escribir. Las de siempre. Las crónicas de la vida diaria. El gentío del metro, la película mala, los tropiezos en el ascensor. Con los lectores de siempre. La simple Aprendiz de Maga. La que se esconde de la de verdad. La que no se quiere ver.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
5 comentarios:
Bueno maga, nadie me le quita el tumbao, ni las ganas de seguir jugando ¿sabe qué es malo? cuando una siente que perdió esas ganas, cuando uno se palpa el pecho y no encuentra ni siquiera un hueco miserable o profundo para gritarle el mundo con el cadaver en la mano: "oigan señores, oquedades sí hay"
Por eso te leo, allí plantada y emergiendo de cada equivocación con tu frente de dama y tu orgullo impoluto, y se van despertando poco a poco las ganas de jugar. Otra vez.Sí maga, quiero jugar, para equivocarme 200 veces, para perder como casi siempre me toca, pero volver al ruedo.
Bendito tu riesgo y tus ganas contagiosas. Pa lante, mi lúdica maga
Yo creo que aquí hay que poner algo de orden... lo bueno de que los panas se derpiman en colectivo es que alguien tiene que decir:
¡Se acabó!
Te voy a dejar un post, que es un cuento de Jodorowsky para que te dejes de compadecerte a ti misma...
no me estoy compadeciendo, pana. estoy cerrando la llave del agua, que quedó mal cerrada. Es todo.
Bueno... sana sana culito de rana, si no sana hoy sanará mañana... besos querida Maga.
lo sabe monseñor, lo sabe, sabe que me fascina el mal del mundo, sabe que me tienta.
pero soy un fantasma. no una vìctima. y al mal le gusta perseguir, secuestrar. soy transparente. ¿no ve? ayer me descubrió muy fácil. y me sentí muy avergonzada, monseñor.
maldígame.
Publicar un comentario