jueves, septiembre 15, 2005

el nacimiento de un hada marina (o sea, mi segundo parto)

primero hay que describirla como es ahora, cuando le faltan días para cumplir 12 años (el 29 de septiembre). Mi niña es poeta (y hablo en serio), pero quiere ser bióloga marina de mayor. Es intrépida y valiente, pero le encanta dormir pegada a su mamá. Ama el mar, la cocada, el raspado de colita -todo, como la madre-. Tiene un hada que la acompaña desde niña, que aparece en la rotura que tiene el espejo cuerpo entero. Se envían correspondencia entre ellas y cuando murió el Pájaro Pez (su mascota más querida, un pez beta) se lo encomendó. Y ahora el hada tiene al pez con ella -a él, por supuesto, le salieron alas-, y él se enamoró de una pececita china y viven, por supuesto, en China y tienen montón de pececitos. Todos los años mi niña recibe regalos del hada y el hada regalos de mi niña. También es muy amiga del ratón Pérez de Chacao, tiene como amiga imaginaria a La Triunfadora, sin embargo, y a pesar de todo ello, prefiere jugar con un alienígena fosforescente, una araña de goma o un ratón de plástico que con una barbie y su película favorita es "Quien quiere ser John Malkovich".
Cuando supe que estaba embarazada de mi niña, mi hijo tenía poco más de 3 años y lo involucré. Para él la barriga era su hermana y desde allí le hablaba y le cantaba. Por eso, la primera vez que ella le oyó la voz a él -recién nacida- levantó alto la cabeza, a sabiendas que ése era el gran mago que le decía los números y le cantaba las canciones que aprendía en el kinder. Pero me estoy adelantando.
Cuando supe que estaba embarazada, lo primero que quise fue buscar un lugar donde pudiera parir con amabilidad y gentileza y calidez y alma. La experiencia con el niño había sido hermosa, pero el entorno traumático la verdad, sobre todo que me desprendieran de mi chiquillo cuando había estado tan rico entre mis senos y tuve que sufrir oirlo llorar llevado de brazo en brazo ajeno.
Entonces supe del parto en el agua y de BuenNacer. Y empecé a acudir a las consultas y a los cursos. Practiqué parir de cuclillas, porque mi idea era dar a luz en un jacuzzi y esa era la posición ideal. La doctora, conociendo mi particular historia de parturienta que ni se entera de que va a parir, me alertó que a la primera cosquillita la llamara para acudir a la clínica.
Ese primer cosquilleo o algo raro en la barriga un no sé qué lo sentí dos semanas antes de mi fecha de parto. Era 28 de septiembre, entrada la noche y yo ese día en la mañana me había caído de culo y muerta de la risa tratando de sentarme en un pequeño mueble. Salimos y llegamos a la clinica. Tenía 7 centímetros dilatada, pero como según la filosofía de ese parto todo debe ser lo más natural posible, no me aplicaron ninguna inyección de esas para provocar las contracciones, lo que hizo que lentamente, muy lentamente, mi niña fuera decidiendo a su ritmo venir al mundo y nosotros no teníamos más que esperarla -siempre ha sido así, es una reina-. La obstetra y su ayudante conversaban, dormitaban, se aburrían, el papá y yo conversábamos, pero no dormitábamos, todos conversábamos entre todos de tantos temas (aún no era el presidente el único tema de los venezolanos), vestidos los cuatro de azul, con esas telas como de papel de las batas médicas. El ambiente era cálido, sin esa luz artificial y molestosa, porque la idea era que el bebé sintiera la menor cantidad de contrastes con el perfecto vientre materno. Fue como a las 5 de la mañana que empecé a sentir las primeras contracciones y fue cuando empecé a acomodarme para parir. En cuclillas no me hallaba, tampoco sentada, ni acostada. Entonces, con mi instinto animal absolutamente dispuesto -y del que me siento realmente orgullosa- me coloqué a cuatro patas, como cualquier hembra mamífero y empecé a pujar así, con fuerza, en la bañera llena hasta la mitad de agua tibia, y ya con toda la seguridad de que tenía dominada la situación. Y eso, di a luz. Porque di una luz. Es esa sensación de una gran vía que tiende su alfombra roja para que por ella pase una alta dignataria. La doctora no tuvo más que recibir, inclinada, a la niña de 3 kilos y medio en sus manos, que ni siquiera llegó a rozar el agua del jacuzzi. Me sorprendí, tenía el pelo negrísimo (en ese momento) y abundante y era tan ella, tan individuo, que me impresionó que era el ser que tenía adentro de mí, como si yo no la hubiera parido, sino que ella misma se hubiera delineado a su gusto. El papá, emocionado (nunca vio nacer a ninguno de sus demás hijos), no pudo tomar la foto del momento cumbre, y solo fotografió a la niña llena de ese barniz que arropa a los bebés al salir del vientre. La pediatra la limpió, la pesó, la midió y me la trajo conmigo y desde ese momento no se volvió a desprender ni de mi pecho ni de mi alma. Y cuando la vio el hermano se hizo pipí de la emoción y la amó. Creo que no pasaron horas y ya estábamos en casa. Pero no quiso cuna nunca. Sólo a la mamá de almohada. Aún ahora.

9 comentarios:

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...
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Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Increíblemente hermosos tus dos últimos artículos.
Me vas a hacer desear tener un útero.
Yo no he tenido hijos. Es una decisión muy personal, pero tengo hijos.
Me explico.
Soy el mayor de 4 hermanos –uno de mis hermanos nació de 6 meses, y adivina quién fue su enfermero en sus primeros 4 meses-, sé lo que es la nenerina, la leche nan, la S26, el sacar el aire, los cólicos, la manzanilla y el “anís estrellao”, el cambiar pañales -los de antes, es decir los de telita, los desechables llegaron en 1977 y mi hermano menor nació en 1976-, los buchitos de leche piche justo en MÍ saco de lino antes de salir a una boda, la “arepita de manteca…”, vacunas, verles caminar como borrachitos. El a-e-i-o-u, los primeros granos, las tres marías, las carreras al médico, las notas, las novias, las peas y verles casarse. Para volver a comenzar, voy hacer tío…, susto!
Agrega a eso, cualquier cantidad de primos e hijos de amigos.
Joan Manuel y sus “locos bajitos”.
Un beso a tus Ángeles y otro para ti

Todo lo mejor para ti

PS: este 2005 es de película, espero que termine YA!!!
PS: El anterior comentario, era mío, pero la web decidió editarlo y era incomprensible.

Anónimo dijo...

Ya no tengo dudas, volviste mi Aprendiz de Maga, volviste como el Mago Merlín....!!!

romrod dijo...

pues yo me hice adicto a los poemas del hada poeta... besos!

EE dijo...

Me encanto este post... le mando un saludo grande al hada marina y su pez chino!!!
No hay nada mas maravilloso que ver crecer los niños... Forofo (mi sobrina hermosa) nacio con una sonrisa y desde entonces esa sonrisa siempre ha iluminado su cara (y contagiado la mia)... no conozco un bebe mas alegre que mi sobrina!!!
saludos,
EE

jose montalvo dijo...

si haber pasado por las peripecias que narras, comparto contigo lo grandioso de la experiencia de ver nacer a un hijo o hija...es curioso como hasta los mas pequeños detalles vienen a tu mente...y sobre todo que felices son esos pensamientos...te reitero mis felicitaciones por tu blog...es muy grato leerte

Troka dijo...

Como hablas de tu segundo parto, yo te cuento rapidito mi segundo, que no fue parto esta vez sino cesárea. Esta pequeñita mía decidió nacer de pie, voluntariosa se volteó al quinto mes y así estuvo sentada en mi vientre hasta que asomó los pies el día escogido. Y ese es su caracter, ella dice cómo y cuándo. Comparto contigo esa emoción de la maternidad 7 x 24. Excelentes posts!
Abur.-

caribbeangirl@cantv.net dijo...

Mi Maga, que bello este relato , muy tu! siempre innovando e inventando.

Espero que andes bien, yo por allí tratando de no seguir metiendo patas....

Anónimo dijo...

Maravilloso, sencillo y emocionante. Entre las líneas se siente el lazo que une a madre e hija con una sutileza y a la vez una firmeza que encanta.
Me has levantado el ánimo el día de hoy!