domingo, noviembre 13, 2005

los monstruos (yo hoy, por ejemplo)

los monstruos (los no sagrados) paramos el tren a los golpes (tomamos prestada para ello -nos robamos, más bien- la faceta tiracoñazos), no importa, aunque el tren en el brusco frenazo que le obligamos a hacer, nos atropelle, aunque nos deje vueltos nada, un sangrero en medio de la vía. lo paramos y después no sabemos para qué, lo dejamos detenido, con la gente protestando adentro, porque llegan con retraso al trabajo, al primer día de clases o a conocer a esa persona amada que quizás no espere en la próxima estación y se devuelva harta de aguardar a nadie.
los monstruos somos una mierda.
¿será que dejamos de creer en el amor los monstruos? ¿o es que en quien no creemos es en el ser humano? ¿o probablemente no confiamos en nosotros, nos hemos ido desgastando en nuestra faceta de amadores, de atrevidos, de justicieros de lo imposible y nos volvemos desalmados, nos salen pelos verdes, bufamos?
los monstruos, de verdaíta, valemos poco. no, no somos de confiar. nos pegamos con chicle a otros monstruos. pisoteamos ángeles y arcángeles y santas patronas. en realidad nos pasamos por el forro todo el santoral.
¿estamos tranquilos con nuestra conciencia los monstruos? o acaso ¿tenemos conciencia?
eso sí, no nos disfrazamos de ovejas. no prometemos protagonizar una novela con gran audiencia y capítulo final con the end. somos contradictorios y coñitos de madre y celosos y egoistas; los bichos malos de la película, pues. lo reconocemos sin tapujos. somos monstruos-monstruos y agarramos arrechera y vamos patras y palante.
claro, que los monstruos casi todos -por lo menos los monstruos-monstruos, los que lo asumimos, los que no andamos con hipocresías- creíamos en el amor en negritas. pero nos arrancaron las uñas una a una -y los ojos- y nos quedó ese vértigo, ese miedo a las alturas y la rabia como respuesta inmediata.
no podemos -no sabemos- competir con la bondad. menos aún con la supuesta bondad. con la bondad que se cree buena porque sí, y con derechos por ser buena y que nos disfraza de monstruos sin haberlo sido y nos deja así en la historia: monstruos de pezuñas, gruñidos y veneno por dentro.

los monstruos no fuimos monstruos (seguro), por eso casi todos lo terminamos siendo. algunos obligados. otros -finalmente-con gustico.

11 comentarios:

Troka dijo...

Es posible que haya detonantes que ayuden a crear un monstruo, pero digo yo...¿y tienen que quedarse siendo monstruos todo el tiempo?? ¿esa vaina no cansa?¿no pueden poner de su parte para mejorar alguito?
Yo pienso que ayudé muchísimo a crear un monstruo, pero coño, de eso hace ya 3 años y pico y todavía sigue igual.
Excelente post.

Carmelo Lattassa dijo...

Lee el patakin de "Oggun" y luego me cuentas...

Fedosy Santaella dijo...

Yo creo que los humoristas son monstruos.

Saludos.

Silmariat, "El Antiguo Hechicero" dijo...

Cual Nazoa o Cabrujas, me atrevo a escribirte un sonoro:

CARAJO!!! –lentamente, claro está-

PS: No estoy original ultimamente.

Anónimo dijo...

mostro (como dice el nene)...
mostro, no. Tal vez arrecha. Tal vez harta. Pero no, el traje de mostra no te queda, no intentes ponértelo: "po`queguelemalipica"

Regina Falange dijo...

Maga:

Se te vale ser monstruo, que todos lo somos una vez. Verdes y con esas uñotas desproporcionadas. Se te vale porque todos sabemos que en el fondo eres como la Bestia esa de Disney, que la voz gruesa le sobraba y por dentro era todo un cachorrito acariciable y adorable.

Aún como monstruo eres adorable...Abrazos!

Mire dijo...

martha beatriz: que definitivamente nuestros presis son todos ¡de un infantil que ni te cuento!

Joa dijo...

Aprendiz de Maga, juegas con mi corazon! A cada ratico apareces actualizada en VB!!

Carmelo Lattassa dijo...

Bueno... los políticos le hacen una verdadera competencia desleal a los humoristas... ¿leiste el patakín de oggun?

Mire dijo...

no lo leí, mi querido Carmelo, veré si lo consigo en la feria del libro...
por cierto, cónchale, vamos a hablar que te tengo perdidísimo en mi vida y creo que tienes un montón de cosas por las cuales regañarme

Carmelo Lattassa dijo...

Ja, ja, ja, así es pero quiero esperar a estar despejado... Volver a hacer recuento y reconocer a los amigos... si es posible...