miércoles, noviembre 23, 2005

El cargo vacante

Dejo mi cargo vacante. Mi cargo de torpe, basta de meter la pata e insistir en romperme el dedo gordo con la piedra, basta de insistir en tomar un tren que abre las puertas y te las cierra en la nariz y las vuelve a abrir como si nada. Mi cargo de tímida, ¿por qué el miedo de sentarme en un bar con una cerveza en la mano? Mi cargo de tiracoñazos, siempre soy la que le cubro las espaldas a los otros que quedan mejor que yo, la maluca, pues. Mi cargo de justiciera, que perdí -o se me rompió- mi capa de supermana. Mi cargo de invisible que nunca supe ocupar del todo -siempre descubro un tobillo-.
Regalo (nadie querrá comprar ¿o sí?) mi cargo de jugadora del segundo turno en este juego de locos (el tablero siempre obliga a los mismos pasos, el dado sólo tiene seis caras, las mismas siempre y no hay número 7). Boto a la basura (no se lo deseo a nadie) el cargo de triste. Encierro bajo siete llaves el cargo de monstrua (hay que dejarlo allí, hibernando, que uno nunca sabe cuando requiere ponerse de nuevo el disfraz).
Dejo vacante (sobre todo y es comprensible) mi cargo de amadora, ya basta de querer de un solo lado, o de querer a quien no valora la querencia, o de querer sin mirar a quien de veras me quiere -o a quien de veras quiero- o de no querer y seguir creyendo que quiero. O quizás el cargo que he tenido en estos tiempos tampoco es de amadora sino de estatua de mármol, objeto de exhibición a la distancia que otorga sin duda la piedra.
Dejo también otros cargos vacantes. Cargos de la vida, se entiende, que los cargos profesionales debo cargarlos a cuestas, recuerden que hay dos bocas que aún no han cumplido la mayoría de edad, bocas que aspiro acompañar hasta que lleguen al postdoctorado. Algunos amigos saben a qué cargos, a qué cargo en singular me refiero. Otros intuyen. Soy tan evidente. Otros me piden a gritos que deje ese cargo vacante, que quizás merezco un cargo mejor en una embajada en la estratósfera, o quizás merezco más bien andar sin cargo, andar de free lance de la existencia y aceptar contratos temporales, con todos los términos que dé, no la ley, sino la verdad de unos ojos que miren de frente.
Me quedo, por los momentos, con el cargo de atrevida, a ver si me atrevo, en realidad, a ser atrevida. Me quedo con el cargo de mamá, que me viene tan bien. El de desertora lo usé y lo tengo guardado en el bolso (junto con el cargo de rabiosa, junto con el cargo de indecisa, junto con el cargo de escondida) por si acaso me arrepiento, pues abrir el bolso, mirar adentro, respirar hondo y seguir pa'lante. Y bueno, aún es que quedan cargos por ahí a la espera de esta mala actriz en busca de parlamentos, escenografía, vestuario y público. Al menos hasta nuevo aviso y sin premuras.

8 comentarios:

caribbeangirl@cantv.net dijo...

Me quedo con:

cargo de amadora, ya basta de querer de un solo lado, o de querer a quien no valora la querencia, o de querer sin mirar a quien de veras me quiere -o a quien de veras quiero- o de no querer y seguir creyendo que quiero.


Total: equivocadas sobramos en este renglon!

Anónimo dijo...

Mi querida escribidora y megamaga...en sintonía total y absoluta con tus decisiones...te debo un correo, una visita, un par de abrazos. Llevaré un pañuelo para secarnos las lágrimas y para "sonarnos la nariz"....Caramba, ya esta bueno de todo y de nada

Fedosy Santaella dijo...

Me ha dejado triste este escrito, pero al mismo tiempo me ha dejado un buen sabor de esperanza. Mas alla de lo que signifique este escrito para ti, que lo desconozco, quisiera desearte la mejor suerte del mundo. Yo he dejado muchos puestos vacantes. Eran cargos oscuros y falsos de la existencia que me hundian cada vez mas en la oficinas del abismo. Los fui dejando. Ahora estoy mejor. Mucho mejor.

Saludos muchos.

Anónimo dijo...

Las razones siempre serán válidas, por propias, sin embargo Sra. Maga pienso que por más que se quiera no ser, se és. Pensamos que dejamos cargos vacantes y que nos vamos, pero aún en el exilio seguimos ejerciendo esos cargos, porque va más allá de la voluntad. Aún en silencio, aún cuando nadie lo sepa, los seguimos ejerciendo. Y somos nuestro propio Estado. Muchas veces para bien, muchas más veces para nuestro propio mal. Pero el sufrimiento es inherente a la vida. Y nosotros vivimos, no huímos.

Un abrazo, como ya le he dicho anteriormente, no me gusta saberla así, pero soy incapaz de juzgar.

ベル<

Anónimo dijo...

maga estas declaraciones siempre se olvidan a la semana, espero que eso no te pase a ti...y de verdad olvides todos esos cargos que te has/han impuesto a lo largo del tiempo.
Saludos.

Nostalgia dijo...

El cargo de amadora no se deja nunca. Va más allá de nuestra torpe voluntad!!

Unknown dijo...

Yo dejaría además el cargo de confiada/desconfiada otra ambigüedad de mi ser, y dejaría por unos minutos (por lo menos)el cargo de responsable y equilibrada, alguno necesitará conocer esta tarea...
"Me quedo, por los momentos, con el cargo de atrevida, a ver si me atrevo, en realidad, a ser atrevida...."

Anónimo dijo...

casi me anoto en algunas des-categorías, pero.....

Creo que la propuesta de caribbean girl es genial (recogiste mucho allí, maga), sólo que justo ésa sostiene a muchas más, será como quitar la baraja inferior de la torre... cosa que produciría una especie de implosión quizás necesaria.
en fin: equivocadas y equivocados