lunes, noviembre 21, 2005

los escapistas

Viene el tren, les avisan. Y echan a correr, pero no como los demás, que vuelan hacia los vagones, tropezándose unos a otros, para tomar un asiento con ventanilla. Los escapistas emprenden la carrera hacia otro lado, bien lejos del ferrocarril y del destino que les espera dentro de él. Huyen, como dije, y el tren que no tolera desvaríos -los trenes están hechos para ser abordados- emprende una febril persecución para alcanzar al extraviado, a ése que se aleja con sudor y sin maletas. De pronto al tren se les hacen prescindibles los pasajeros que pagaron su pasaje y aguardan ansiosos y se empeña en asumir como único usuario a esa oveja descarriada. A veces la máquina alcanza al extraviado, la mayor parte de las veces no, otro mágico escape más del escapista, que ya quisiera aquel legendario ladrón Petróleo Crudo cuando se escabulló de la cárcel El Burro.
A los escapistas pueden amarrarles bien duro las manos, atarlos con esposas de perfil sadomasoquista, envolverlos en un saco enlazado por mil nudos, colocarlos luego en el baúl bajo siete llaves. Ellos saldrán y saldrán ilesos, y seguirán corriendo, que son como conejos, flexibles, rápidos, astutos.
A los escapistas pueden atarles, incluso, el corazón, habilmente sabrán salir de la trampa, que ellos saben que el amor es un eufemismo, un gran regalo envuelto en lazo rojo por fuera que suele contener amarras bajo el decorado.
Los escapistas hacen el amor sabiendo que probablemente no estén haciendo el amor sino el olvido.
Los escapistas andan equipados: alicates, destornilladores, cuchillos, tijeras, como herramientas para desarmar candados y desatar cuerdas; y también, porque son humanos, algodón y curitas, bien sabemos que quedan magulladuras, golpes, chichones, tras cada escape.
Quiero, lo sabe Mandrake el Mago, lo sabe el Mago Merlín, lo sabe Blakamán, lo sabe Silmariat -otro gran mago amigo-, ser escapista, pero escapista de mí misma, al menos por un día.

4 comentarios:

Regina Falange dijo...

Maguita:

Los escapistas son todo eso que dices, pero tambén la mayor consecuencia de una tristeza que los carga tanto, tanto, que la mejor opción es escaparse de ese tren y echarse el trayecto a pie. Y seguir escapándose, escapándonos de nosotros mismos, que la más grande lucha del escapista se libra contra su propia persona

Muchos besos pre-navideños

Color otrora dorado

Fedosy Santaella dijo...

Houdini estaría orgulloso. Si le das cerveza, no se escapan. Así por lo menos le paso a Houdini. Intenta a ver.

Mire dijo...

fheddosshi: tú que eres del bando de los que se camuflan (por lo menos del nombre) entenderás que en este caso no es que se me escapa el escapista, sino que la escapista soy yo y no vale cerveza que me aguante porque no tomo.

Fedosy Santaella dijo...

Querida, me parece excelente. Yo tampoco. Seguiremos asomados a la puerta un rato.

Muchos saludos.