Fuimos a patinar sobre hielo.
El niño de 6 años nunca había patinado, ni sobre cuatro ruedas. Mucho menos se había deslizado sobre esa superficie resbalosa y fría.
Al principio se agarró de la baranda. Era quizás el menos diestro de todos los aprendices de patinadores que estaban en la pista. Sin embargo, anduvo sólo así, agarrado firmemente al pasamanos, apenas unos cuantos pasos. De pronto, sin que nadie se diera cuenta, él estaba al centro de la pista y, crash, se había caído de culo. Se levantó y volvió a intentar patinar, a pasitos cortos. Pum, volvió al piso helado. Se paró. Y praf, otra vez pal suelo. Volvió a ponerse en pie, sin llorar nunca. Y a volver a andar sobre el hielo. Pum. Pam. Praf. Crash. Se cayó muchas veces. Y otras se levantó. Y al final era , probablemente, el mejor de los patinadores. Al menos el más osado.
El niño de 6 años fue una lección para mí, que no me cuesta patinar sobre hielo, pero sí sobre la vida después de tantas caídas.
viernes, agosto 25, 2006
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2 comentarios:
A patinar a ver si después de viejos se nos quita el miedo
Abrazos, ¿cómo te ha tratado el clima de Bogotá? está un poco frío...
no chamo,te escribi a tu blog.
no nos pudimos ir por una razon horrorosa.
nos vamos para la playa
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